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7 de diciembre: que los diablitos se convierten en Santa Claus y políticos
La parcial reactivación económica generó expectativa a los vendedores de piñatas que se ubican en los alrededores del parque Colón en el Centro Histórico de la zona 1 capitalina. Para algunos, la alegría se convirtió en desilusión porque las ventas no levantan, para otros, aún hay esperanza con las celebraciones y que los diablitos se […]
Publicado el 01 Dic 2021

7 de diciembre: que los diablitos se convierten en Santa Claus y políticos

La parcial reactivación económica generó expectativa a los vendedores de piñatas que se ubican en los alrededores del parque Colón en el Centro Histórico de la zona 1 capitalina. Para algunos, la alegría se convirtió en desilusión porque las ventas no levantan, para otros, aún hay esperanza con las celebraciones y que los diablitos se convierten en Santa Claus o funcionarios.

A pesar de que las restricciones por la pandemia se han reducido, las piñatas no dejan de empolvarse dice Mónica  Gúzman, propietaria de una de las piñaterías que tratan de subsistir en la zona 1 capitalina, después de dos años de pandemia.

“Pensamos que se reactivaría la economía para nosotros, pero no fue así. Se venden solo las piñatas pequeñas y algunas bolsas con dulces. Ahorita que viene el 7 de diciembre, esperamos que se levante un poco la venta porque ya no hay tantas restricciones y habrá más fiestas”.

En 2020, al menos cinco piñaterías cerraron sus puertas ante la falta de venta en ese sector, aseguran los vendedores. Otros solo se movieron a otra área  de la ciudad para no tener tanta competencia. Muchas piñatas de personajes populares infantiles se han quedado guardadas y tal vez ni los niños las recuerdan, dicen algunos y piensan que lo mismo sucederá con los diablitos. Esto se debe a que se encarecieron por el costo de los materiales que se usan para fabricarlos, como el pegamento, papel y alambre de amarre.

 Claudia de Paz, propietaria de la piñatería Angy:

 “Algunos diablitos se guardan y, si se pueden transformar, pues se transforman porque si no se saben guardar, se arruinan. Si nos piden Santas Claus se les cambia de cara, de ser diablos pasan a ser Santas y, si no se venden, en enero se les da otra forma. Solo se les quita el papel y se les cambia la forma”.

Los diablitos de unos 25 centímetros cuestan Q9; el año pasado, Q7. También las piñatas de otras figuras pasaron de Q120 a Q150, dice De Paz.

Esta semana recibirá unos diablos de Q150 y uno grande de Q800 que le han fabricado durante los 25 años que tiene de laborar en el lugar. De Paz recuerda que previo al 7 de diciembre de 2020 puso a la venta piñatas en forma de Coronavirus, no faltaron las fotografías de los curiosos y tampoco los insultos en las redes sociales.

Aunque es temporada de convivios, no hay mayor movimiento en las piñaterías, dice Byron Mendoza como se identifica el propietario de la piñatería Nery. Su temor es que, como otros negocios, el próximo año también tengan que tomar una decisión: cambiar de sector para evitar la competencia o cerrar en definitiva, puesto que la renta promedio de cada local es de Q5 mil y venden alrededor de tres piñatas diarias o, a veces, ninguna.

Pero no todo es mala noticia, algunos vendedores dicen que esta semana contarán con más diablitos que, según ellos, tienen el cuerpo y rostro de algunos  políticos y ponen a prueba la creatividad, tradición, crítica social y, por consiguiente, genera competencia en el área. Algunos de estos han sido piñatas en forma de diablos que no se venden en otros años y se utilizan para representar a  funcionarios. Estas se pueden vender a Q100 o Q500, según el funcionario que se represente o del tamaño y detalles que tenga la piñata que arderá en llamas.

 

José Manuel Patzán