La cuarentena genera el levantamiento social en comunidades donde los vecinos se resisten a las restricciones impuestas por las autoridades: ya no obedecen las medidas del gobierno central ni local.

El lunes por la mañana, la fuerza pública y las autoridades municipales de Malacatán, San Marcos, debieron ceder ante decenas de comunitarios de aldeas de Tajumulco que exigieron liberar la entrada a Malacatán para dirigirse a trabajar a aquel lugar.

El fin de semana, el alcalde de San Ildefonso Ixtahuacán, Huhuetenango, tuvo que refugiarse en la terraza de la municipalidad y debió ser rescatado por la policía, ya que la población se encontraba enardecida: piden que se les deje vender en el mercado. Y una historia similar ocurrió en Almolonga, Quetzaltenango. El denominador común en los tres municipios: las personas tienen hambre. Esa es la frase que se alcanza a escuchar en un video de los disturbios del fin de semana en San Ildefonso.

“No nos vamos a morir por el Coronavirus, pero sí de hambre”

Miguel Ovalle, alcalde de Salcajá, Quetzaltenango y presidente de la Asociación Nacional de Municipalidades (ANAM):

“En este caso lo que nosotros les pedimos a los alcaldes es que velen por su propia seguridad, porque todo “bochinche” debe ser apaciguado por PNC o policía militar para que sometan al orden a los vecinos”

La prohibición de venta en el mercado municipal de San Ildefonso desató el malestar el fin de semana. El jefe edil flexibilizó las medidas por temor a represalias y el domingo, de acuerdo con Miguel Maldonado, líder comunitario del lugar, pese a que existía prohibición de salir de casa, algunos comerciantes de comunidades aledañas llegaron a instalar sus ventas y al notificarles que debían retirarse se molestaron:

“Se les hizo ver que no podían vender, pero lo malo es que se les fue a hablar en plena venta y eso fue lo malo, lo tomaron como un reto”

Uso de la fuerza pública

Luis Ruano, Comisionado Presidencial para Asuntos Municipales, señala la falta de gobernabilidad, la cual se recupera con el uso de la fuerza pública.

 “Si realmente estamos fuera de ley, para eso sirve la fuerza pública. Lo que vemos es el resultado de muchos años de ausencia de Estado y que se agravan con la crisis económica y eso demuestra que debemos ganar la gobernabilidad; demos entender que la máxima autoridad es el alcalde”.

Eso sucedió en San Ildefonso: intervino la fuerza pública.

Hay otros factores que pueden influir, dicen los entrevistados:

• La comunicación no está llegando, apunta el presidente de Anam:

Los acaldes tendrán que ver que no en todos los municipios llegan los medios de comunicación y no llegan los mensajes del presidente, por lo que tiene que hacer una réplica por los medios que disponen.

Esa idea la refuerza el líder comunitario: no hay réplica de la información presidencial al área rural.

• El comisionado presidencial añade que es posible que las disposiciones locales generen tensión:

Hemos visto algunos lugares donde prohíben la libre locomoción, a veces son pueblos de paso y han impedido que las comunidades y la mercadería pueda pasar. Entonces hemos hablado para que las cosas se hagan correctamente.

Los alcaldes señalan que la autonomía municipal les permite tomar sus propias medidas.