El actual es el proceso electoral más vacuo, vacío de sustancia, que ha vivido el país desde el inicio del proceso democratizador y es también el más incierto. Una y otra cosa marchan de la mano.

El proceso es vacío porque la gran mayoría de candidatos sólo encubre con ocurrencias el objetivo de su lucha: entrarle con fe al presupuesto público. Luego, es incierto, porque las autoridades de las instituciones cooptadas por la alianza gobernante, manipulan el proceso excluyendo o promoviendo candidatos según convenga a sus intereses. Y el electorado díscolo no se amolda a sus deseos y se ven en la obligación de intentar a cada tanto otra jugarreta.

¿Cómo explicarse que se empeñe tanto la Fiscalia Especial contra la Impunidad del Ministerio Público por eliminar a Edmond Mulet de la competencia? ¿Acaso lo hace porque, de lograrse la eliminación de Carlos Pineda, el pacto gobernante no quiere correr el riesgo de que Mulet, y no Zury Ríos como preferirían, vaya a segunda vuelta contra Sandra Torres?

¿O lo hará para atenazar a Mulet, hacerlo sentir que un solo paso en falso puede excluirlo del juego? A Mulet ya han logrado dulcificarlo, hacerlo menos crítico del sistema. Pero quizá su obsecuencia sea vista como insuficiente.

También podría ser que esta vez estén en realidad favoreciendo a Mulet. Al mostrarse como sus perseguidores le ayudan a lucirse como un recio defensor de la democracia pero sólo refiriéndose a un instrumento menor (el fiscal Curruchiche) y no a la cooptación de la república en su conjunto.

A Pineda bien podrían también estarle aplicando una dosis de la misma medicina: amenazarlo con su expulsión de la competencia hasta obligarlo a someterse al acuerdo de quienes hoy gobiernan y quisieran mantener sus privilegios (impunidad para la corrupción y condiciones de mercado cautivo) en los próximos cuatro años.

Pineda, a diferencia de Mulet, no ha dicho una palabra en contra de esa alianza gobernante. Mucho menos defender la libertad de prensa (que según él no se encuentra bajo amenaza en Guatemala).

Pineda jamás menciona al presidente Giammattei. Miguel Martínez no existe en su imaginario. Y la Fiscal General Consuelo Porras es como un hada encantadora que vuela entre las flores emitiendo chispitas desde su varita mágica. Incluso ha hecho un video para felicitar al Ministerio Público y a la Policía por detener a quien presuntamente le amenazaba. Hasta a los magistrados a la Corte de Constitucionalidad menciona con elogios.

¿Por qué habría de ser una amenaza para la tiranía corporativa del país un candidato que igual que Zury Ríos sólo se refiere a “la corrupción” de manera genérica y sin atribuirla a nadie?

El asunto es que los puntos que en las encuestas gana Pineda parece perderlos Zury y no Mulet. Es a costa de ella de quien crece el candidato de Izabal.

De vuelta a la pregunta original, si la primera hipótesis es la correcta (buscan eliminar a los candidatos para ver si al final de las cansadas Zury Ríos logra pasar a la segunda vuelta)  nada les garantiza a los beneficiarios actuales del sistema que las cosas les salgan bien. En una de esas, eliminan a Mulet y a Pineda y de todos modos les crece súbitamente la intención de voto para un aspirante como Manuel Villacorta y se trae al traste su estrategia para coronar a Ríos.

A menos que lo ejecutaran tan cerca del día de las votaciones que resulte imposible para nadie despegarse del pelotón de los enanos.

Ya eliminaron a Thelma Cabrera, a Roberto Arzú, ahora van contra Edmond Mulet y contra Carlos Pineda. Pero con uno sólo que quede de pie, se les pueden caer sus planes.

Por eso Daniel Ortega los eliminó a todos por parejo y se evitó la posibilidad de una amarga sorpresa.