Podrá o no estar o de acuerdo con el diccionario de la lengua, pero readecuar es readaptar algo a las necesidades o condiciones de una persona o de una cosa. Ampliar significa extender, dilatar, hacer algo más grande. Por tiempo el gobierno -los políticos son todos iguales de “políticos”- intentó vender la idea de que se quería readecuar el presupuesto y que en modo alguno era una ampliación, que fue justamente la denominación que se le dio en el decreto aprobado por el Congreso y que permite que el Ejecutivo y otras dependencias gasten más de Q14 mil millones en el cuatrimestre que queda del año.
Además del despropósito, es interesante ver como se llevó a cabo el proceso. Primero se interrumpió una apelación al ministro de gobernación, lo que ha generado dudas sobre la constitucionalidad del procedimiento, a pesar de una resolución de 2013 de la Corte de Constitucionalidad, además de que el asunto en cuestión nunca contó con voto favorable de la correspondiente comisión de finanzas. Ambos aspectos, debatidos ahora en redes, y comentados según el gusto, es muy probable que sean sometidos nuevamente a la CC mediante diferentes amparos de quieres se consideran afectados o vulnerados en sus derechos ¡Un nuevo quilombo que puede paralizar la ejecución del citado monto!
Es igualmente significativo cómo se logró formalmente la aprobación, que no dista mucho de cómo se ha venido haciendo tradicionalmente, aunque ahora en lugar de comprar a diputados, los comentaristas afines al régimen -la casta- denominan negociación ¡Increíble el neolenguaje del perdón ideologizado!
Cuando se sometió la propuesta a votación no se contaba con los votos suficientes para aprobarla, así que se dejó abierta como una hora y media. Esa mañosa forma de hacer las cosas fue echada en cara, criticada y señalada, en la legislatura pasada, cuando el entonces presidente del legislativo hizo lo mismo. Sin embargo, en esta ocasión, medios y amigos del régimen callaron la crítica al procedimiento, demostrando, una vez más que no se busca justicia y orden, sino el interés de cada quien en función de su pensamiento o ganancia ¡Al carajo con los que digan que buscan un mejor país cuando lo que desean es imponer sus formas utilizando los mismos métodos!
En ese tiempo que permaneció abierta la votación -algo absolutamente fuera de lugar- se negoció con diputados para sumarlos y conseguir los votos necesarios ¿Cómo se hizo?, pues como se ha hecho siempre: comprando el voto con dinero asignado a COCODES, CODEDES, municipalidades, obras o similar. Luego, el diputado ya sabrá como manejar y “cobrar” esos montos que “consiguió” como obras para su Departamento, y seguramente pondrá a trabajar a sus empresas de construcción o la de ciertos alcaldes amigos ¡La misma forma de siempre!
La casta, lejos de criticar el proceso habitual, y ahora denominarlo negociación, dice que es diferente porque antes se pagaba cash y ahora no hay dinero de por medio. Hay que recordarles a esos infelices que nunca antes se demostró que diputado alguno recibiera dinero en efectivo -lo que no quita que pudo ocurrir, pero no como verdad jurídica- y que siempre consiguieron prebendas como ahora. Inicialmente, fue con el listado geográfico de obras y luego de forma directa, tal y como ahora se ha hecho. Y es que tanto la normativa como la forma de asignación presupuestaria están podridas, al igual que todos los políticos que intervienen en ellas y, tarde o temprano, siguen ese dicho de “si no puedes contra tu enemigo, alíate con él”, que no es más que lo ocurrido esta semana.
Los mismos optimistas interpretan que esos votos representan un cambio en el panorama político y que finalmente SEMILLA ha conseguido un grupo de apoyo en el Legislativo. Siento desilusionarlos si no han entendido que ese puntual acuerdo obedece exclusivamente al dinero otorgado mediante pactos partidarios y que en lo sucesivo, cuando ya no haya nada que repartir, volverán a la soledad con la que nacieron.
Veremos, particularmente, gasta en fertilizante y favorecer al sector agropecuario con cerca de mil millones para que cuenten con nuevas prebendas, además de las que ya tienen. Un expolio a costillas del contribuyente que la casta y sus amigos entienden perfectamente, pero ocultan cobarde o torpemente en sus análisis y comentarios.