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Cuando un médico muere, pensamos: a nosotros ¿cuándo nos va a tocar?
Lea o escuche aquí la nota:   Han pasado nueve meses desde que la pandemia del coronavirus llegó a Guatemala y hoy los rostros de quienes lo combaten están marcados por las mascarillas. Sus cuerpos cansados por las extenuantes jornadas, rodeados de la muerte de compañeros suyos, entre médicos y enfermeros. Algunos con más experiencia […]
Publicado el 13 Dic 2020

Cuando un médico muere, pensamos: a nosotros ¿cuándo nos va a tocar?

Lea o escuche aquí la nota:

 

Han pasado nueve meses desde que la pandemia del coronavirus llegó a Guatemala y hoy los rostros de quienes lo combaten están marcados por las mascarillas. Sus cuerpos cansados por las extenuantes jornadas, rodeados de la muerte de compañeros suyos, entre médicos y enfermeros. Algunos con más experiencia que otros en atención médica, pero para todos el Covid-19 fue gran desconocido al que han debido hacer frente desde la primera línea batalla.

Aquellos días de salir a comer el helado de chocolate que tanto le gusta quedaron en suspenso el día que Rosa Tiu, una enfermera de 22 años, decidió aceptar una plaza en el hospital temporal de Parque de la Industria. Trabajaba en el hospital de Amatitlán, quería escalar en el sistema de salud, así que había aplicado para una plaza superior.

Llegó la pandemia y la que creyó era una entrevista para la solicitud hecha, fue la llamada para integrar el primer equipo de enfermeros del Parque de Industria. En su casa se discutió el tema y sus papás no estuvieron de acuerdo, luego comprendieron que es su vocación. Su primer día en el hospital temblaba, pero hoy, aunque el miedo persiste, ríe al recordar cuando les avisaron que tenían sus primeros pacientes contagiados:

“Nos dicen ya hay pacientes y nosotros “¡Dios mío!”. Y fue una locura: buscando ropa, el equipo y con muchos nervios para ponernos el traje, como 10 pares de guantes –se ríe-, la mascarilla bien puesta, la careta, es un protocolo. Y mucho peor para retirárselo porque toca algo y ya se contaminó”.

Los miedos y la familia siempre están presentes y esta chica lo cuenta:

“Más porque mi papá es diabético y yo no quería contagiarme porque todos en mi casa corrían el riesgo de contaminarse y todo por servir, pero bendito sea Dios no ha pasado”.

 

Magda Catalina Lux, una médica de este hospital, que también parte del primer equipo de sanitarios, no tuvo inconvenientes con su familia: vive sola con su esposo y también es doctor. Es más: juntos acudieron al llamado. La doctora dejó su trabajo en el Hospital La Paz, zona 14, ya que vio la pandemia como una oportunidad:

“Tenía curiosidad de la enfermedad, nunca había estado en una pandemia y lo vi como una oportunidad de aprendizaje para mi carrera; muchos de los colegas decían que ellos no se iban a ir a meter a ese lugar porque lo veían como ir a la boca del lobo”

Con nueve meses dice: no me equivoqué.

 “Algunos dicen es como una residencia y es cierto, hemos aprendido de maestros como el doctor Flores, que fue el único neumólogo que se presentó en ese hospital y gracias a ellos aprendimos bastantes cosas”.

Llegó su primer paciente:

La primera tomografía de tórax que vi me impresionó demasiado, nunca había visto ese patrón de vidrio despulido que se le hace a los pacientes con Covid y gracias a Dios estábamos con el neumólogo y él con los primeros pacientes nos enseñó mucho cuando.

Estas dos sanitarias comparten un evento que las marcó:

Yo sé que las vidas que se perdieron de todos los pacientes son muy importantes, pero me entristeció mucho la muerte del doctor porque él era médico de mi servicio. Era un doctor muy bueno y humano.

Habla del doctor Óscar Hernández, quien murió el julio. La doctora Lux, también quedó impactada y:

Pensábamos cuándo nos va a tocar a nosotros, esa defunción nos afectó a todos y nos hizo reflexionar del riesgo en el que estábamos y nos preguntamos ¿será que vale la pena estar arriesgándonos? -¿Cuál es la respuesta?- valió la pena.

El doctor Hernández no solo luchó con la pandemia, también lo hizo con el sistema. Fue de los primeros en alzar la voz para denunciar la precariedad en la que estaban trabajando: acá una de sus intervenciones:

“Nosotros lo que queremos es un cambio de cómo se trata al médico, necesitamos la certeza de un contrato, no importa que sea de cuatro meses pero que se nos reconozcan como trabajadores de salud”.

En nueve meses suman: 128 mil 500 casos acumulados, 4 mil 376 fallecido y se han recuperado 117 mil personas.

 

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Henry Bin

Periodista

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