Make Arévalo Great (again)
¿Por qué se muestra tan solícito el gobierno de Donald Trump con el gobierno de Guatemala? No solo lo apoya. Lo impulsa. Le brinda la mano.
Publicado el 30 May 2025

Donald Trump ha sido como un maremoto. Ha dado un vuelco a todas las expectativas y ha roto demasiados corazones que en su momento lucieron -regocijados de antelación- la gorra roja.

Ya lo ven con recelo muchos exportadores que temen, si no quedar fuera de mercado, verse condenados a perder una porción relevantísima de su margen de ganancia por culpa de sus infelices aranceles. Habrá entre los azucareros, que con tanta paciencia esperaron el momento propicio para poner en vigor la obligatoriedad de compra de su etanol para mezclarlo con los combustibles en Guatemala, quienes empiecen a vislumbrar la posibilidad de que los productores de granos estadounidenses les coman el mandado. Ya lo dijeron en Washington sin el menor tapujo: si quieren una reducción en el arancel del 10 por ciento sería bueno que los guatemaltecos nos compren más granos, hasta equilibrar la balanza en productos agrícolas, ahora que van a forzar a los conductores de vehículos a poner etanol en sus tanques. Los estadounidenses buscan que el etanol se haga con su maíz o con su sorgo. En el peor de los casos, adiós a esos US$200 millones anuales de venta de etanol de caña en el mercado interno asegurada.

Lo verán también con malos ojos, quienes noten que ha cesado por completo el flujo de migrantes. Y aunque las deportaciones no han sido masivas, la economía guatemalteca verá el impacto del nuevo impuesto a las remesas y deberá dejar de calcular el incremento constante de envíos, basado en un número siempre mayor de migrantes recién llegados.

Quizá lo vean también con antipatía, quienes querrían enviar a sus hijos a estudiar a una universidad de Estados Unidos y ahora se enteran que él se empeña en retrasar la autorización de visas para estudiantes.

En cambio, lo ven como  agua de mayo, como una especie de loteriazo en plena crisis, el presidente Bernardo Arévalo y su plana mayor de gobierno.

La administración Trump ha traído para el gobierno de Guatemala lo impensable: la posibilidad de arrancar con el mayor proyecto de modernización del transporte en el país. Un cambio determinante en la matriz de la movilización de carga de puerto a puerto vía el tren, la ampliación de la capacidad de atraque de barcos en nuestras principales terminales marítimas e incluso, váyalo usted a creer, la opción más concreta de arrancar con la construcción de un tren de superficie para la ciudad de Guatemala.

Es inaudito.

La administración de Donald Trump se convertiría, para incordio de sus opositores y enemigos, en la mayor validadora y el mejor soporte para el gobierno de Arévalo. Lejos de favorecer su salida del poder. Todo lo contrario. El Departamento de Estado confía en el gobierno de Guatemala.

Hay quien piensa que en realidad la Casa Blanca es indiferente frente a este pequeño país. Que le dio el mejor trato en materia arancelaria justo por su irrelevancia. Que solo impulsa los proyectos de infraestructura en los puertos y el tren interoceánico por interés estratégico propio. Harán construir un tren capaz de transportar material bélico para su propio beneficio. Pero si el gobierno de Trump solo quisiera aprovechar la condición de Guatemala como un aliado sumiso, que no se atrevió nunca a establecer relaciones diplomáticas con China ¿por qué habría de interesarse en ayudar a empezar a resolver un asunto tan doméstico como el transporte de masas en la capital del país?

El Secretario de Estado Marco Rubio ha sido como una bendición para el gobierno. No pueden ser más solícitos con las obras de infraestructura del país, el Comando Sur y la Secretaría de la Defensa.

Les digo, la administración de Donald Trump ha resultado como un bálsamo sobre la piel ardida del gobierno de Guatemala.

Y los aquellos, bien bravos.

Juan Luis Font

33 años de hacer periodismo, reportear, conducir, fundar y dirigir medios.

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