El repudio de los guatemaltecos hacia la corrupción de las autoridades desencadenó enfrentamientos públicos que han llegado a las agresiones físicas e insultos en las últimas semanas. En redes sociales circulan y se multiplican los vídeos que reflejan el descontento de los guatemaltecos con la clase política del país.

Ocurrió con el juez séptimo, Fredy Orellana, increpado por una pasajera que viajaba en el mismo avión: “Es usted un corrupto, delincuente, no merece estar en ese cargo, no merece estar allí, tenga conciencia, respete la Ley, respete la Constitución, respete nuestro voto”. O con el exdirector del Centro de Gobierno, Miguel Martínez, y su familia, atacados por un grupo de vecinos en Antigua Guatemala: “Miguel, cerote te vas a ir al bote”, le gritaron al exfuncionario mientras huyó a empujones del lugar.

O en la última semana, cuando los diputados fueron agredidos al salir del Congreso después de la elección exprés de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). “A mí me abren la cabeza, y ni siquiera me había dado cuenta, si no cuando íbamos al parqueo con la diputada Evelyn Morataya y los demás me dicen que estoy sangrando. Inmediatamente, me fui a la emergencia del hospital y si me pusieron dos puntos internos y dos externos”, relató el diputado José Zamora.

¿Cómo llegó hasta aquí Guatemala? Hay una explicación social y Jorge Arriaga, sociólogo e historiador, comenta que los guatemaltecos han salido a aplicar la justicia que no consiguen en las instituciones: “Se han acotado todas las formas legales y no ha habido posibilidades, el Estado de derecho anda vestido de cucarachas, la legalidad en Guatemala está en manos de la injusticia”.

Aunque este sociólogo considera que las agresiones responden más bien a una estrategia del gobierno, que procura confundir y dividir a la población a través de la violencia. “Aquí se está utilizando todo un pensamiento contrainsurgente que tiene tres pasos: golpea, confunde y controla. Esos golpes que da el Ministerio Público (MP) tienen confundida a la población”.

Y aunque el Gobierno ha salido a protegerse: desde colocar barreras de metal en edificios públicos como el del MP del barrio Gerona o enviar a 2 mil 300 policías para acordonar el Congreso de la República, la seguridad parece ineficaz para controlar los desbordes. Enio Rivera, exdirector de la Policía Nacional Civil (PNC) explica: “A veces la policía no actúa porque se van a sentir agredidos, pues tienen miedo de ocasionar alguna lesión a los manifestantes, entonces el policía responde con pasividad, algunos agentes dicen yo no me meto”.

En octubre pasado, en el momento clímax de las manifestaciones convocadas por las organizaciones indígenas, el exministro de Gobernación, Napoleón Barrientos, declaró que las protestas han sido pacíficas y que los hechos de violencia eran aislados. El objetivo de la fuerza pública dijo el exfuncionario, era resguardar a los manifestantes.

Plaza Pública on Twitter: «Tras la inacción de la PNC de no utilizar la fuerza para liberar los bloqueos, algunos elogiaron al exministro Napoleón Barrientos que mostró su «cintura política», sin embargo acá te contamos cómo sus subordinados no lo respaldaron. https://t.co/O3qhg0zA2y / Twitter»

Tras la inacción de la PNC de no utilizar la fuerza para liberar los bloqueos, algunos elogiaron al exministro Napoleón Barrientos que mostró su «cintura política», sin embargo acá te contamos cómo sus subordinados no lo respaldaron. https://t.co/O3qhg0zA2y

“La población terriblemente frustrada o cada vez más frustrada tiene mayores posibilidades de generar conductas agresivas, porque uno puede decir esto que hace la señora o la persona en el avión es una conducta agresiva, pero es derivado de una frustración de una necesidad humana de expresarse”. Esa es la voz de Marco Antonio Garavito, director de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, quien opina que las agresiones y violencia son expresión de la inconformidad con actores de la corrupción.

Además, según Garavito, es una rebelión contra el patrón histórico del país que reprimió la manifestación durante y después del conflicto armado, eso creó autocensura en los ciudadanos.

El MP recibió dos denuncias por estas últimas agresiones: primero, Miguel Martínez, denunció por agresión y lesiones graves hacia él, su mamá, cuñado y sobrino; y luego el diputado Zamora presentó denuncia por lesiones leves, agresiones y asociación ilícita contra Sergio Morataya.