A dos años del actual gobierno los ministerios de Ambiente y Cultura y Deportes, son dependencias que, para diputados y analistas, no cumplen su función e incluso -opinan- la cartera de ambiente solo sirve como ventanilla para agilizar trámites y mal utilizar los recursos naturales.
Juventino Gálvez, vicerrector de investigaciones ambientales de la Universidad Rafael Landívar (URL) y exsecretario ejecutivo del Consejo Nacional de Áreas Protegida (CONAP), dice que de no ser por el apoyo de entidades internacionales, el ministerio de Ambiente no hubiese regulado la degradación ambiental por el mal manejo de desechos sólidos.
Para Gálvez, el resultado del ministerio de Ambiente y de entidades como el Instituto Nacional de Bosques (INAB) y CONAP, se puede observar en las presiones que tienen para autorizar el mal uso de la tierra, especialmente para la agricultura y ganadería, y por prevalecer el consumo de leña, la caza, la tala y la explotación minera
“Podemos tener una economía robusta utilizando el potencial de los recursos sin darnos un tiro en el pie, pero acá extraemos, agotamos y degradamos los bosques, las tierras, el agua y no hay ningún beneficio, en el sentido que ese capital natural que se agotó se convierta en capital social, no se ven escuelas, carreteras, hospitales, no se ve nada más que pobreza, gente sin energía, ¿dónde está el retorno de los beneficios después de la extracción minera?
Según estudios de la URL, la agricultura en Guatemala se da en tierras sobreutilizadas en un 85 por ciento y que carecen de materia orgánica, lo que dificulta la producción de alimentos, además de que no existen estrategias para producirlos.
“El ministerio de ambiente solo funciona como una ventanilla de trámites para asegurar que los usuarios de los recursos naturales cumplan con determinados requisitos para proceder con sus iniciativas. El ministerio no está hecho para gestionar los intereses ambientales de una nación”.
Para Samuel Pérez, diputado del partido Semilla, el ministerio de Ambiente es una institución que lejos de cumplir su función, únicamente se presta para otorgar permisos que dañan el ecosistema. Puesto que los estudios de impacto ambiental se aprueban por presiones de grupos económicos.
“Es un ministerio entregado a la destrucción del medio ambiente, hay mucho potencial pero la cooptación y la debilidad del Estado provoca que no existan avances”.
En cuanto a Cultura, Pérez considera que está relegada en el país, al ser una dependencia que no tiene incidencia política y solo se presta para plazas fantasma.
Durante 2021 el ministerio de Cultura también estuvo marcado por decisiones que ocasionaron malestar en la ciudadanía, como el pago de Q1.3 millones que se otorgaría al artista, Christian Escobar, por una obra de arte de 20 metros cuadrados que sería instalada en el Palacio Nacional de la Cultura como parte de las actividades por el bicentenario de la independencia de Guatemala.
La cantidad que se pagaría fue considerada onerosa por la ciudadanía, tomando en cuenta otras necesidades del país, por lo que se rescindió el contrato y el artista devolvió el dinero.
En septiembre último también hubo descontento de líderes mayas e incluso de algunos diputados, por el traslado a Nueva York de monumentos mayas del siglo octavo un que fueron expuestos en un museo de aquella ciudad norteamericana.
Ana María Rodas, ministra de Cultura, durante el gobierno de Alejandro Maldonado en sustitución de Otto Pérez Molina, refiere que no hay logros que destacar del ministerio, puesto que el primer error es tener cultura y deportes en una misma entidad.
“No tiene idea de todas las barbaridades que se hacen con el dinero que recibe deportes, una vez al año compran pelotas y otros equipos a precios irreales, una pelota que cuesta Q5 la compran en Q10”.