Hasta antes de dar positivo con Covid-19, Jonatán Abraham Ruiz, de 29 años, trabajaba en una empresa de cobros. La cuarentena la pasó en casa de un amigo con nueve infectados más. El muchacho recibió un seguimiento minucioso del sistema de Salud Nacional. En específico, del Centro de Atención Primaria de la zona 11 de Mixco:
“Hemos tenido visitas constantes del Centro de Salud Lo De Fuentes. Nos han estado viendo y chequeando cómo nos sentimos. Al señor de tercera edad y a la señora de 40 se los llevaron de emergencia porque estaban perdiendo oxígeno. Las preguntas que nos hacían cuando nos venían a ver era cómo nos sentíamos, si hemos respirado bien, si hemos tenido fiebre y proceden a tomarnos temperatura y oxímetro. También nos recomiendan medicamento.”
El seguimiento es parte de la Estrategia Nacional de Rastreo de Casos y Contagios de Covid-19, lanzada el 13 de agosto en Guatemala: ocho personas fueron contratadas ya para esa tarea. Lorena Gobern, jefa del Departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud, espera contratar más buscadores:
“Nuestra meta es la contratación a nivel de la ciudad de Guatemala de 350 rastreadores. Depende mucho de la oferta, la disponibilidad y la facilidad para poder contratar a estas personas. Tenemos contemplados 60 para una contratación inmediata.”
El plan piloto de la capital que fue lanzado logró contactar ya 246 casos y de estos surgieron 116 contactos. La trazabilidad es telefónica y domiciliar.
Maria del Mar Ordoñez, médica y cirujano especializada en epidemias, es una de los dos supervisores de rastreo. Ella explica el perfil de estos sabuesos del Covid-19:
“Los rastreadores son en su mayoría personas que tienen nivel medio y cierto entrenamiento previo en temas de Call Center o en atender llamadas de personas que necesitan resolver dudas en la Municipalidad.”
La doctora cuenta que la capacitación se enfoca en el manejo de datos, pero además en hacer conciencia de la susceptibilidad de los mismos:
“Se da una sensibilización inicial sobre la importancia del manejo de la información, les capacitan sobre la importancia de ponerse en el lugar de otros. Para poder regular la información que ellos están trabajando, lo que se hace es que todos los días, al terminar los turnos se cambian las contraseñas. Además, se evita que tengan conversaciones con personas dentro del horario de trabajo sobre los casos que están siguiendo.”
En la Universidad de Edimburgo, la epidemióloga e investigadora en Salud Global, Evelyn Balsells, explica las capacidades de un buen rastreador:
“Idealmente pertenece a la comunidad, un nivel adecuado de alfabetización porque si requiere una gestión de datos y lectura, habilidades de comunicación, dominio del idioma local y comprensión del contexto y la cultura. Además de capacitaciones en los conceptos básicos de transmisión, medidas de prevención, control de Covid-19 y de signos y síntomas; mucho sobre ética de la vigilancia de la salud pública y la confidencialidad.”
Apenas hay ocho contratados ahora y estos a diario siguen los casos considerados de riesgo. Y cada dos días llaman a pacientes moderados. Ordóñez explica que los rastreadores no solo plantean preguntas sobre el perfil sociodemográfico de los contagiados, sino además pasan a recopilar datos de salud. Ninguna llamada se corta sin indagar:
“Información sobre los contactos con los que ellos tuvieron relación 2 días previos al inicio de síntomas.”