Danilo Santos y su esposa Amelia, ambos de 43 años y administradores de empresas, pasan cada día 17 horas fuera de casa. La pareja vivía en la zona 3 de la capital y hace 7 años lograron comprar una casa en Amatitlán, pero vivir fuera de la capital implica sacrificios: sus jornadas empiezan y terminan a oscuras. Las matemáticas nos dicen que los Santos gastan 1 mil 300 horas al año en el congestionamiento de la metrópoli.
“¡Cuesta bastante! se sacrifica la familia, prácticamente pasamos 20 horas en el tráfico durante la semana y cuando llegamos a casa, los niños requieren tiempo; además, que la salud siempre se deteriora por el estrés que uno sufre al ir manejando. Yo padezco de presión alta”.
Esta pareja tiene dos hijos, el más pequeño de 10 y mayor de 13. El tráfico les ha restado el tiempo para verlos crecer, el tiempo que deberían compartir con ellos, lo pasan encerrados en el vehículo:
“Mi esposa y yo trabajamos en la capital y residimos en el centro de Amatitlán, nos levantamos a las 3 am y salimos de casa a las 3:45 am. Ambos entramos a las 8:00: en el carro cargamos almohadas y colchas y dormimos un par de horas. A las 7:45 ella entra a su trabajo y yo me retiro al mío, pero sí es importante madrugar porque cada día es más complicado el tráfico”.
La Encuesta Nacional de Empleo 2018 apuntó a que hay 7 millones de guatemaltecos ocupados:
Maritza Ochoa, expresidenta del colegio de Psicólogos de Guatemala y directora de MO Consultores, una empresa dedicada a la gestión de recursos humanos, señala que estas personas tienen baja calidad de vida y eso repercute en la productividad:
Si el puesto que tiene la persona requiere altos niveles de atención, automáticamente se ven reducidos porque está cansada. De hecho, nosotros recomendamos que cuando las personas tienen actividades altamente demandantes, que se tomen 5 minutos porque somos humanos, no somos máquinas y los sistemas de concentración se ven disminuidos y pueden aumentar el número de errores y poner en riesgo el patrimonio de la organización y la seguridad de ellos mismos.
La encuesta de empleo resaltó que el 32% de los trabajadores están empleados en la iniciativa privada y el 6% en el sector público.
Julia Archila, auditora de 35 años, trabaja en una entidad del Estado. Desde hace 5 años ha convertido su automóvil en: dormitorio, comedor, salón de belleza y de entretenimiento. Vive en la zona 6 de Mixco y trabaja en la zona 9, sale a la 5:15 am y el trayecto de casa al trabajo le toma 45 minutos, pero debe esperar cerca de 2 horas en el carro en lo que llega su hora de ingreso al trabajo. Librarse del tráfico para esta profesional requiere 20 horas a la semana y al año 1 mil 40 horas.
Al oír que son todas esas horas, es deprimente porque uno podría usar ese tiempo para descansar un poco más porque es agotador estar madrugando. En la pandemia, cuando tuvimos trabajo híbrido, fue de mucha ayuda para la salud; se siente la diferencia con el cansancio que genera madrugar a diario y el tráfico, ¡es agotador!”
Julia optó por ir al gimnasio al salir del trabajo: recarga energía y evita las horas más pesadas del tráfico para volver a casa. Suele dejar el gimnasio a las 7:15 de la noche, pero el viernes último lo abandonó hasta la 9 pm, por el caos en la ciudad.
La psicóloga Ochoa percibe que los empleadores cada vez están más conscientes de las necesidades de sus trabajadores y sus vaivenes:
En las empresas en las que yo trabajo, ahora, además del cafecito, también hay atolito, porque se sabe que muchos ni desayunan bien. Hay más permisos para que la gente esté en los parqueos, porque antes se abrían a las 6:00, ahora más temprano para que las personas duerman en un lugar seguro. Hay más conciencia en las empresas, otras quizá no lo han hecho y lo van a hacer cuando empiecen a ver problemas serios, errores en sus colaboradores.
En 2017 la municipalidad de la capital estimó que 1.8 millones de personas ingresan todos los días de los diferentes municipios conurbados para trabajar en la capital.