La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte de una crisis agroalimentaria a nivel mundial para 2023, derivado de la invasión y guerra que Rusia declaró a Ucrania. Estos son los principales productores de trigo, petróleo y materias primas para la fabricación de fertilizantes. Guatemala está entre las naciones más vulnerables, en especial por la baja producción de granos básicos y hortalizas debido a la escasez de fertilizantes e incremento en sus costos.
En Guatemala los productos de mayor consumo son el frijol, maíz y arroz y ante la falta de mejores prácticas agropecuarias como sistemas de riego, la mayoría de agricultores esperan que las lluvias incrementen la producción de granos que ya reflejan altos costos en abarrotes y mercados, como lo afirma, Maritza Ortega, una ama de casa de 35 años y vecina de la zona 7 capitalina.
«Hace unos cuatro meses la libra de frijol negro estaba a Q4.50, ahora a Q6.50; el frijol blanco se compraba a Q8 la libra ahora está a Q15 y Q2 la de maíz blanco; el pan se vende a Q6.50 la fila de 6».
A pesar de que en el área urbana hay crecimiento económico, para el área rural no es el mismo panorama. La baja producción de alimentos provocará una escalada en desnutrición, especialmente en el corredor seco (Baja Verapaz, Zacapa, El Progreso, Jalapa, Chiquimula, Jutiapa y Santa Rosa), donde los programas gubernamentales no llegan, dice el doctor Manolo Mazariegos, coordinador de la unidad de nutrición del Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (INCAP).
«Los más afectados van a ser los niños menores de 5 años, los adultos menores de 24 y las mujeres embarazadas. Si ya hay problema de niños con desnutrición aguda, entonces van a aparecer más casos. Imagínese un niño que esté muriendo por falta de alimentos es una situación muy grave, esto lo vamos a ver con más intensidad el otro año».
El informe de la FAO, según Mazariegos, es una alerta para que el gobierno de Guatemala gestione estrategias en seguridad alimentaria como financiar el fertilizante y contar con reservas de alimentos para el próximo año, aunque para el experto puede ser demasiado tarde debido a la burocracia en las instituciones públicas.
«Muchas de las respuestas que esas situaciones de crisis ameritan, llevan hasta un año de planificación. Si esperamos el otro año, va a ser muy tarde porque los alimentos se tendrán en 2024. Es un patrón que vemos en los programas gubernamentales, los fertilizantes llegan tarde o los alimentos que están para la época de hambruna en el corredor seco, llegan a finales de año. Entregan alimentos que pudieron haber entregado seis meses antes».
Según estadísticas de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN), los casos de desnutrición aguda disminuyeron en tres años.
En 2018 el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) afirmó que de América Latina y el Caribe, Guatemala ocupa el primer lugar en la prevalencia de desnutrición crónica en la niñez menor de cinco años y el sexto lugar a nivel mundial.
Iván Aguilar, jefe del Programa Humanitario de Oxfam Guatemala (una confederación internacional de labores humanitarias), afirma que el precio del frijol y el maíz aumentó 30% en 5 años. Mientras que actualmente el 40% del precio de los alimentos proviene del costo de transporte debido al incremento en los precios de los combustibles.
«El clima también tiene una influencia fuerte. El año pasado hubo pérdidas en el país porque hubo déficit de lluvia, es otro elemento que complica más la situación».
Guatemala tiene suficiente oportunidad en la exportación de otros productos como la caña de azúcar, palma africana, el banano y el melón, dice Aguilar. Sin embargo, el pequeño productor de maíz no tiene las mismas oportunidades y menos ayuda de programas gubernamentales.