¡De miramé y no me toques!
El dilema es qué hacer a estas alturas para que todo se alinee cuando parece ser que no hay voluntad, capacidad ni estrategias.
Publicado el 09 Ago 2024

La contumacia, no es más que la tozudez de continuar con una postura que a todas luces se muestra irreal o inverosímil; un error que se mantiene tercamente. La mayoría de los análisis sobre el actual gobierno parece ser que pecan de eso. Quienes los hacen, frustrados porque las cosas no salieron como pensaban, escapan de la realidad y se enroscan en un imaginario falsamente creado durante -y después- del proceso electoral, sobre supuestos que cada día se muestra más prefabricados. Un castillo de naipes que se desmorona por momentos.

El gobierno, a pesar de la voluntad, la calidad de sus integrantes o el esfuerzo que pueda hacer -y nada de lo anterior se le niega- no termina de conectar con una masa ciudadana significativa ni tampoco muestra los resultados esperado. Quizá la ciudadanía -y ellos mismos-, empachada por el triunfo, pusieron cotas demasiado altas que ahora se muestran inalcanzables.

Es cierto que cada día les ponen un montón de piedras en el camino, pero no lo es menos que siguen descalzos y sin capacidad de esquivarlas ni mucho menos de tomar acciones que sean vistas como logros políticos. Además, el triunfalismo electoral, pero también la soberbia, les hizo iniciar mal su andadura, y a la fecha no son capaces de establecer alianzas políticas suficientes para lograr metas siquiera mínimas. Están permanentemente atacados -eso suele ocurrir en política- pero también desprestigiados y sin estrategia. Las actuaciones que han emprendido han sido confrontativas y un tanto pueriles, lo que impide conseguir alianzas necesarias para el ejercicio del poder político.

¿Por qué carecen de capacidad negociadora sobre temas concurrentes como medioambiente, lucha contra el hambre, educación o salud? Hay quienes opinan que todos los demás, excepto los oficialistas, son corruptos, pero creo que una reflexión sensata no puede encajar esa conclusión. En todo caso el ambiente político es el resultado de las mismas elecciones que los legitiman, y de igual manera que el votante eligió a un gobierno de SEMILLA, decidió la integración del Congreso, en esa suerte de voto cruzado que no es nada nuevo, pero que pareció escabullirse en la interpretación de los resultados del 2023.

El país está impregnado de una mancha de aceite de corrupción que permea todos los estamentos y niveles sociales, de eso no hay la menor duda. Cambiar ese panorama requiere de inteligencia emocional, capacidad de diálogo, comunicación asertiva y crear una amplia estrategia con diferentes sectores políticos, sociales y económicos. No obstante, incluso aquellos que apoyaron la democracia en 2023, parecieran haberse distanciado de la nueva administración, o al menos no muestran por ella la admiración y confianza esperadas. La caída de la aceptación presidencial en los cinco primeros meses de gobierno -encuesta de Cid Gallup- refleja un importante descenso que, además, contrasta con la popularidad de otros presidentes de la región que llevan en el poder un tiempo similar.

¿Estamos a tiempo todavía? Pues en este país tan animoso, entusiasta e idealista, ‘parece que nunca es tarde’, y eso es lo que dicen de la esperanza. Sin embargo, y aunque puedo aceptar que el tiempo aún no ha terminado con la posibilidad de cambiar, no percibo señales de que eso pueda ocurrir, sino más bien de que se agotaron las pocas incitativas que tuvieron y que los liderazgos siguen adormecidos en una especie de nube sedante que deja que la oposición -y no siempre la política- gane terreno y consolide el poder que necesitan para rematarlos entre octubre y diciembre de este año. Más bien pareciera que practican la actitud del condenado a muerte en espera de un indulto que no llega, mientras pasa el tiempo y la resignación ocupa el espacio que deja la esperanza.

Lo cierto es que, si todo lo anterior ocurre -y vamos en camino a esa dirección- todos perderemos y lo que pueda venir será, sin lugar a duda, mucho peor que lo que hay, y lo que hubo. El dilema es qué hacer a estas alturas para que todo se alinee cuando parece ser que no hay voluntad, capacidad ni estrategias. Parece que en esta ocasión tampoco podremos, y la situación se tornará compleja, manipulada y direccionada hacia el fondo que hace tiempo debimos tocar.

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Pedro Trujillo
Pedro Trujillo

Socio fundador de ConCriterio, S.A., empresa de generación de contenidos periodísticos. Profesor universitario y conductor de radio y TV

Sobre Pedro Trujillo

Socio fundador de ConCriterio, S.A., empresa de generación de contenidos periodísticos. Profesor universitario y conductor de radio y TV