Pablo Canga, de 23 años, es empleado de un banco, hace dos meses trabajar en casa era impensable por las políticas de confidencialidad sobre los datos que maneja. Hoy, por la crisis del Covid-19, labora desde su hogar y ahorra entre 3 y 4 horas de tráfico diario. Canga siente que es más productivo en la oficina, pues encuentra demasiadas distracciones en su hogar, pero cuando acabe la crisis le agradaría tener flexibilidad horaria:
“A mi me gustaría trabajar Flexiwork: un día a la semana desde mi casa.”
Desde el congreso un diputado busca legislar el teletrabajo. El objetivo es incentivar a las empresas y a los trabajadores a laborar desde el hogar. Aníbal Samayoa, diputado Humanista es el propulsor de la ley y aunque reconoce que varias empresas ya aplican la oficina en casa, la normativa generará facilidades.
El abogado laborista, Adrián Zapata, ve oportunidades y limitaciones. Primero, considera básico establecer tanto parámetros que garanticen la productividad de la empresa como los límites que protejan a quienes trabajen desde el hogar. Zapata cita un ejemplo:
“En algunas sociedades avanzadas, especialmente en el norte de Europa, se establece incluso la prohibición de comunicarse con los empleados en un horario que vaya más allá de la norma ordinaria. Ya existe un tema de protección en el cual lo que se pretende es establecer ciertos límites, no en sí en materia del teletrabajo, como la coyuntura nos lo está imponiendo, pero sí en el tema de la regulación del tiempo, que es una parte fundamental. De igual forma, los insumos para que el trabajador pueda desarrollarse.”
La ley, según su ponente, genera beneficios tanto para trabajadores como empresarios: enumero un incremento en su rendimiento laboral y la reducción de tiempos y costos de desplazamiento al centro laboral. Muchas de las ganancias, sin embargo, como la reducción de costos y tiempo de circulación, se contrarrestan por el encierro que padecerá el trabajador. Y aunque el empleado gane comodidad, su capacidad depende de sus insumos y posibilidades. No todos pueden costear un aumento en el consumo de energía.
Así lo cuenta, Helber Yeovany Nolasco, quien trabaja para una entidad de seguros desde su casa:
“Estamos utilizando nuestros propios medios. Por ejemplo, nuestra propia computadora, nuestra propia red de internet. No es lo mismo que nosotros estemos conectados dentro de la red de la empresa, a que estemos conectados a nuestra red en nuestra propia casa.”
Esa reducción de costos en centros laborales, como el ahorro de electricidad o redes, son justamente las ventajas que reciben los empresarios. Mario López de la Asociación de Gerentes de Guatemala cuenta:
“Nosotros hicimos una encuesta sobre cuántos de nuestros asociados utilizaban teletrabajo antes de la crisis y después de la crisis. En el principio menos del 5% de las personas utilizaban el home office como una herramienta y sólo en ciertos días, no era un un teletrabajo completo. Ahora más del 65% lo está utilizando.”
López ve en la crisis y en la iniciativa de ley una oportunidad para modernizar el mercado laboral, pero considera que el principal enfoque de la ley debe ser migrar de una cultura de cumplimiento de horarios a una de productividad y efectividad.