La asistencia del Presidente Arévalo a la toma de posesión de la reciente Presidenta de México, merece un análisis y reflexión crítica. Se puede pensar -es lo natural- que hubo una reflexión previa que así lo aconsejó, porque de lo contrario la asistencia estaría sujeta el capricho y a la falta de seriedad, lo que, sin duda, llevaría a una conclusión peor.
A la toma de posesión llego el primer ministro de Belice, país con el que hay un diferendo histórico, el dictador cubano Diaz-Canel; dos extremistas de izquierda que han sido incapaces de confrontar al régimen Venezolano -aunque tomaron tardías posturas políticamente correctas- como son Lula (Brasil) y Petro (Colombia); la Presidenta de Honduras que no hace mucho rompió el tratado de extradición con los USA a causa de una declaración de la embajadora de este país por los acercamientos de autoridades de defensa con el venezolano Padrino (a quien tildó de narcotraficante); el Presidente de la república árabe saharaui, no reconocida por la mayoría de países del mundo y teniendo Guatemala relaciones diplomáticas con Marruecos; los Presidentes izquierdistas de Chile y Bolivia y otros como el de Ghana, Libia, además de la esposa del presidente Biden.
Al finalizar el evento, el Presidente colombiano, en unas declaraciones televisadas, afirmó que la nueva presidenta había pertenecido al movimiento guerrillero M-19, y se jactó de que en América Latina ya hay dos presidente del movimiento. La nueva Presidenta también fue felicitada por el dictador Nicolás Maduro, quien no viajó a la ceremonia por obvias razones, entre ellas la confiscación de su avión presidencial.
Al margen de otras consideraciones, intento comprender qué le pudo aportar al país ese acercamiento que otros evitaron, precisamente, por “la contaminación” de autoritarios asistentes. En política la forma es el fondo, y evidentemente los actores presentes -muy pocos, por cierto, para un país como México, parecieran aconsejar estar en otra parte y no allí, salvo que se quisiera salir en la foto ideológizada del momento.
Y eso ocurrió a los pocos días de que la diputada Alvarado (del partido SEMILLA) gestionara con diputados representantes de la dictadura nicaragüense, el ingreso de la Duma rusa como observadora en el PARLACEN, algo que fue rechazado por el Presidente Arévalo, pero que no representó tomar medidas contra los diputados de SEMILLA ni mucho menos ejercer otro tipo de actuaciones que incidieran en la metida de pata que puso en predicamento la gestión oficialista y la política exterior nacional.
Supongo, aunque cada día tengo menos esperanzas, que la embajada norteamericana en el país tomará nota de esa falta de coherencia a la que hay que sumar el comunicado gallo-gallina (más de lo segundo que de lo primero) que rechaza el lanzamiento de misiles iraníes sobre Israel, pero también lo hace con la actuación israelí en el sur de Líbano, no apoyando a ninguno y adoptando una postura políticamente neutra en un momento en que los USA actúan derribando misiles iraníes.
Quizá no se sepa o la excesiva prudencia deja entrever la falta de compromiso con valores de la democracia y con la política exterior de seguridad y condena hacia el terrorismo yihadista. Otra opción, que no excluye ninguna de las anteriores, es el vector ideológico progresista que termina emergiendo en ciertas actuaciones y toma la dirección que finalmente se observa.
Para países pequeños, y Guatemala lo es, me da la impresión de que es mejor una política exterior activa, directa y definida, que esas medias tintas que pretenden estar a bien con “dios y con el diablo”, y por miedo, falta de convicción o indecisión no se termine de enarbolar la bandera que corresponda, aunque “sin querer, queriendo” se deja ver finalmente de qué lado se está.
De momento, en esas tres cuestiones, el panorama mapa se pinta con simpatía -o no rechazo contundente- a dictadores y una falta de apoyo claro a los socios del Norte. Como en política vale todo, seguro que se justifica con discursos grandilocuentes engañabobos, y que no muestran la solidez del compromiso que se dice tener ¿Será cierto eso de dime con quien andas….?