A dos años de la administración del actual gobierno no ha sido habitual el acompañamiento del vicepresidente Guillermo Castillo al presidente Alejandro Giammattei por los desacuerdos entre ambos. Sin embargo, el alejamiento del vicemandatario se acentuó y poco se conoce de su agenda de trabajo.
El divorcio laboral entre el binomio presidencial quedó claro en noviembre de 2020 después de que diputados discutieron en secreto el presupuesto de ingresos y egresos para este año. Castillo dijo en esa ocasión que no había transparencia en la aprobación del presupuesto y recomendó al mandatario que ambos renunciaran, como lo pedían manifestantes que provocaron disturbios en el Centro Histórico.
“Con mucha claridad le he manifestado al señor presidente, que las cosas no están bien, que muchos temas de gobierno y las decisiones que se han tomado no las comparto, que no he sido consultado por la poca comunicación que tenemos con el presidente”.
Los problemas continuaron. El 10 de marzo de este año en una reunión de gabinete de ministros, Castillo se dirigió a Giammattei y le manifestó su desacuerdo por elegir a Leyla Lemus como magistrada titular de la Corte de Constitucionalidad y Juan José Samayoa como magistrado suplente.
“Voy a firmar, pero lo haré, hasta que usted tenga el expediente con mi voto disidente que daré por las explicaciones que he dado, por un proceso que me parece poco transparente”.
Para Claudia Villagrán, analista política y coordinadora del Sistema Nacional de Control de Calidad de la Mediación en Guatemala (SEDER), desde el gobierno del presidente Óscar Berger y del vicepresidente Eduardo Stein (2004-2008), Castillo es el vicepresidente que más se ha ausentado de su papel político.
“Intentó poner algunos temas sobre la mesa como la elección de magistrados, pero en realidad lo hemos visto desaparecer del escenario. Lo hemos visto con muchísima menos presencia de la que tuvo el año pasado. Aunque tiene temas importantes en su agenda, no muestra avances”.
Villagrán dice que Rafael Espada, vicepresidente durante el gobierno de Álvaro Colom, (2008-2012) también tuvo poca participación política, aunque su caso fue distinto al ser ensombrecido por Sandra Torres que “buscaba protagonismo”.
“Torres coordinaba gabinetes de ministros y casi ejercía funciones de vicepresidenta. Hemos tenido muy poca presencia de vicepresidentes pero la diferencia con Castillo es que generó expectativa en el primer año de gobierno y la población creyó que podía ser un actor que desbalanceada algunas acciones del gobierno, pero no es así”.
En su momento, trascendió la filtración de una conversación por chat, en la cual Castillo dice que no asistirá a una reunión de emergencia para tratar planes para mitigar el contagio de covid-19. Tampoco participó en el informe de gobierno del presidente en enero pasado y presentó por aparte su memoria de labores.
Entre las funciones que tiene un vicepresidente está la coordinación de los gabinetes sociales, resolver temas de migración, desnutrición y establecer mesas técnicas para resolver conflictos como el de Santa Catarina Ixtahuacán y Nahualá en Sololá, aunque no ha tenido resultados dice Samuel Pérez, diputado del Partido Semilla.
“Se ha visto como una figura totalmente ajena a las decisiones políticas, además, pareciera ser más de oposición al ejecutivo que el integra y con ninguna confianza hacia el presidente”.
A decir de Pérez, el distanciamiento hacia el mandatario y la poca importancia que se le da a sus posturas causó el distanciamiento, lo que también evidencia la poca solidez del partido político. El vicepresidente Guillermo Castillo no contestó las llamadas a su teléfono. En la oficina de comunicación de la presidencia se informó que no contaban con alguna agenda para los próximos días pues elaboraban la memoria de labores.