Las promociones de estudiantes se despiden y cada vez se alejan más de antiguas tradiciones. La compra de los tradicionales anillos de graduación queda atrás,  nuevas actividades se incorporan para conmemorar el cierre de una carrera de nivel medio.

“Ahora ya ni joyeros hay, se dedican a otra cosa”, dice Rodolfo Tobar, de 80 años y quien por 50 años se dedicó a la fabricación de anillos. Hoy, mientras atiende la joyería “Tú y Yo” en el  Portal del Comercio, zona 1, dice que cada vez hay menos clientes interesados en fabricar estas joyas para sus hijos que cierran un ciclo estudiantil. 

Años atrás yo hacía cien o docientos anillos, ahora se hacen uno o dos en la temporada. Este año no he hecho ninguno.

Tobar afirma que estos regalos para el recuerdo no han desaparecido unicamente porque los jóvenes ya no quieran, sino porque los materiales escasearon y aumentaron su precio.

En los años 70 se vendían anillos a costos de Q400 o  Q1 mil, pero ahora puede costar hasta Q5 mil. El anillo de plata que costaba Q150 hoy se vende a Q1 mil 500. Antes, un gramo de oro se compraba a Q1.50 pero ahora se consigue a Q450. Ya nadie manda hacer los anillos, las mamás prefieren comprarle un par de pantalones a los patojos porque ya no es rentable. Lo raro es que a veces vienen a pedir anillitos para kinder o sexto primaria, la mayoría en plata.

Con un gesto de decepción, otros joyeros de ese lugar cuentan que pasan por lo mismo y en su momento pensaron que la demanda de clientes había bajado por la pandemia y la falta de actos presenciales de graduación. Pero el problema persiste, aunque consideran que el negocio está lejos de desaparecer porque siempre hay quien acuden por un anillo.

¿Cómo celebran los jóvenes su cierre de diversificado?

En el caso de Douglas Ramírez, un joven de 18 años que se graduará de Perito Contador, no tiene el hábito de usar anillos ni relojes, asi que prefirió que sus padres inviertan en una reunión familiar. Como regalo pidió permiso para hacer un viaje con sus amigos a Panajachel donde les espera un fin de semana en una vivienda rentada para la ocasión. Su padre, Francisco, dice que los jóvenes cambian y no se les puede obligar a mantener una tradición como en su caso, cuando se graduó como mecánico automotriz y mostró con todo orgullo su anillo de plata.

Después de dos años de restricciones por la pandemia, los graduandos retomaron las actividades para festejar el cierre del diversificado.

El 5 de noviembre es la fiesta de graduación de Rebeca Iten, quien se gradúa como bachiller en relaciones internacionales. Su padre, Estuardo Iten, dice que después de dos años de estar suspendidas las actividades en el colegio Alemán nuevamente se retoman los festejos.

Los de quinto grado tienen una semana  en que de lunes a viernes hacen una fiesta cada noche en diferentes lugares y luego hacen una excursión a alguna playa u otro lugar. También hubo un cóctel donde solo participaron los hijos y  los padres en un hotel formal para que todo esté bajo control; ahora se espera la fiesta de graduación en la que participarán unas 1 mil 200 personas.

Cuando Iten se graduó en 1979 su padre no le otorgó un anillo porque no le gustan, pero sí un reloj y decidió continuar la tradición con sus hijos.

En colegios y centros educativos públicos se vive el entusiasmo por las fiestas y reuniones de despedida, refiere Sergio Colíndres, un profesor de matemática que imparte clases en ambos sectores estudiantiles.

En los colegios ya han hecho actos representativos de graduación o de final de grado. Lo que se hacía antes, pero que estaba suspendido, volvieron los actos de toga y todo. Los actos de clausura se dan en primaria, básicos y diversificados. En los institutos como no han terminado, no han hecho sus actividades pero serán iguales, los patojos van a celebrar.