Lo que refleja la encuesta más reciente de CID Gallup* realizada a nivel nacional, cara a cara, es que la aprobación del presidente Bernardo Arévalo ha caído 14 puntos desde su toma de posesión. Su índice de aceptación a cinco meses de llegar al poder es inferior a la de sus antecesores Alejandro Giammattei y Jimmy Morales a la misma altura.
Pero a mí me late que eso ocurre en buena medida porque el Presidente se ha dejado asustar por sus enemigos. Tiembla ante la idea de que vayan a procesarlo legalmente vía el Ministerio Público de Consuelo Porras y los magistrados de la Corte de Constitucionalidad por salirse del margen tolerado. Ese temor lo inhabilita para dar muchos pasos. Luego, su lealtad jurada al sistema democrático liberal parece atarlo a unos formalismos insufribles cuando sus adversarios le dan camorra. Esa vocación democrática suya la considera parte de su legado familiar (aunque su papá fue bastante más pragmático cuando mandó a capturar a Francisco Javier Arana en el Puente de la Gloria).
Si el Presidente fuera capaz de aflojar pragmáticamente un poco esas dos ataduras y cobrara cinco centavos extra de audacia, que no temeridad, la situación podría tornarse mucho más favorable para él. El suyo podría ser el gobierno más popular de todos los tiempos.
Y no lo digo por terquedad. La misma encuesta lo hace ver. La inmensa mayoría de los guatemaltecos quiere que el gobierno tenga éxito en vencer al sistema corrupto. Son muy pocos los que le apuestan a lo contrario. Consuelo Porras es según los encuestados la encarnación del mal. Y pocas personas, que no sean los parientes de los ladrones, están satisfechos con que el sistema de justicia premie a los más corruptos con impunidad.
Miren si no a los rectores de las universidades privadas. Antes que aceptar la versión del status quo que reconoce al rector Mazariegos de la Universidad de San Carlos, ellos se niegan a darle su voto, a proponerlo siquiera, para encabezar una de las comisiones de postulación a Cortes. Dudan de su legitimidad.
Los adversarios del gobierno Semilla han tenido mucho éxito en limitar las facultades de sus diputados y llaman a los ministros de Gobernación, Salud y Relaciones Exteriores a interpelación en el Pleno. Pero nada de eso los hace populares. Álvaro Arzú, Alan Rodríguez y Sandra Jovel no han ganado seguidores por favorecer al viejo régimen. Por el contrario.
Si el Presidente se dejara de remilgos y se atreviera a coordinar una estrategia inteligente, podría lograr su ampliación presupuestaria, haciendo concesiones legítimas de fondos públicos, a cambio de aprobar las reformas a la ley de Criminalidad Organizada y a la ley orgánica del Ministerio Público que hoy se usan para atar de manos a sus diputados y para amedrentarlo a él.
Luego, el gobierno tendrá que enfrentar una realidad innegable: no se puede tolerar el pago de los Q14.5 millardos que el gobierno de Alejandro Giammattei dejó contratados en obra pública sobrevalorada pero tampoco se puede entrar en litigio por todos estos proyectos. Habrá que encontrar un justo medio, sin permitir que esa obra corrupta financie, por ejemplo, la integración de Cortes.
Si a partir de esas decisiones, amargas como jugo de pacaya, el Ministerio de Comunicaciones logra remontar el vuelo y contratar proyectos útiles para la mayoría, se logrará una parte del objetivo de gobierno. Hacer funcionar a la institución que hasta ahora solo ha servido a unos pocos para enriquecerse.
Si el ministerio de Educación consigue vencer a Joviel Acevedo en su verdadero feudo, el control de las decisiones más importantes del proceso educativo, se habrá conseguido otro tanto.
Pero el gobierno, el Presidente mismo, necesitan creer que son capaces de lograrlo, trazar una estrategia, comprometerse con los objetivos, coordinar con su bancada de manera eficaz y sobre todo asumir la batalla de opinión pública con energía, con vehemencia, con ganas de ganar la guerra.
Al gobierno le urge un vocero. Una voz persuasiva, didáctica y efusiva. Que se emplee a fondo para convencer a la mayoría y fustigue en el plano retórico a quienes se oponen a sus objetivos.
De otro modo, el resbaladero lo llevará hacia abajo de manera progresiva, quizá lenta, pero inevitable.
*Esta nota ha sido modificada el sábado 8 de junio del 2024 por la tarde para excluir la frase “encargada por interpósita mano a favor del gobierno” en referencia a la encuesta de Cid Gallup. De acuerdo con la firma encuestadora, el estudio forma parte de su serie de encuestas internacionales. La encuesta en Guatemala fue adquirida por diferentes clientes de la firma (uno de ellos el NDI, o National Democratic Institute, cuya copia fue difundida por elPeriódico Investiga). Según Cid Gallup, la encuesta fue compartida por ellos con el Gobierno como una cortesía. De acuerdo con la firma, lo mismo han hecho con administraciones anteriores al inicio de su gestión, como la de Alejandro Giammattei.