El discurso de primer aniversario de gobierno ha hecho bien en celebrar la recuperación de la rectoría de la educación por parte del ministerio. Lleva razón en mencionar la mejora constante en las cifras de seguridad ciudadana. Y será difícil, aunque siempre habrá quién se empeñe, regatear el logro que significa mantener abastecidos los hospitales nacionales.
Pare de contar. Porque al discurso del Presidente delante de los diputados le han hecho falta dos cosas. Estamina y conexión con la gente y su futuro. Los guatemaltecos no necesitamos nomás que las instituciones funcionen modestamente, como se propone lograr Bernardo Arévalo. Necesitamos transformar de fondo nuestra realidad.
Muchos guatemaltecos estamos cansados de oír cada catorce de enero a un gobernante satisfecho de encontrarse en el poder, que enumera logros de su gestión que los ciudadanos no perciben necesariamente como tales y anuncia para el año entrante un poco más de los mismo.
En cambio a todos nos sorprendería favorablemente que el Presidente admitiera con honestidad y hasta con ardor, que las condiciones en que vive la mayoría de sus compatriotas debe mejorar de manera sensible y en el corto plazo.
Que anunciara la creación pronta y diligente de un programa para cubrir con una renta mínima a todos los guatemaltecos mayores de 70 años financiada con fondos públicos.
Que se atreviera a decir que los capitalinos no deben ni pueden seguir viviendo en una ciudad sin transporte público y que su gobierno estará empeñado en materializar la primera fase de uno de los dos proyectos de movilidad masiva indispensables en la capital en los próximos doce meses.
Que los vecinos de ninguna ciudad intermedia del país deberían tener que atrevesar por el calvario de los habitantes de la ciudad de Guatemala con desabastecimiento de agua, drenajes que colapsan, ausencia de sistema de transporte y de parques públicos y un basurero en medio de las zonas habitadas. Que el Estado prevée asistir a los municipios que lo requieran con instrumentos de planificación urbana.
Que se atreviera a admitir que los pobladores de las distintas regiones del territorio tienen tanto derecho como los del departamento de Guatemala de contar con hospitales de referencia. Y que su gobierno construirá al menos dos en los próximos años.
Que ha sido asqueante comprobar la situación en que los corruptos y los narcos han dejado el Ministerio de Comunicaciones y su gobierno se compromete a arrancar los proyectos más importantes en la red vial del país en el curso de su segundo año sin que la corrupción campee.
Que es desesperante seguir con un país donde se entrega a una educación privada mediocre -en su inmensa mayoría- a los muchachos que hacen estudios secundarios simplemente porque el Estado no les ofrece una opción pública.
Que para lograr esto y muchas aspiraciones más el país necesita vivir una auténtica democracia. Y que eso no es posible hoy ni lo será en el futuro mientras la justicia, sobre todo la justicia penal, constituya una dictadura corporativa para proteger a los ladrones de fondos públicos y escamotear las decisiones de los votantes cuando éstas no les convengan a los corruptos.
Que al país le urge deshacerse de esas ataduras y que su gobierno fue electo justamente para terminar con ellas.
Pero nada de esto dijo el Presidente , que tan contento se muestra con su primer año de un periodo de cuatro.