El resultado de las elecciones es crucial para muchos actores políticos pero ninguno se juega su futuro inmediato de la manera en que lo hacen primero la Fundación del Terrorismo y luego la fiscal general Consuelo Porras. Tandem. Carne y uña. Los Chocanitos. Hermanitos siameses. Van juntos a todas partes y juntos han alcanzado y se han retroalimentado en la cuota de poder que disfrutan y rentabilizan.
Y ambos se lo deben todo a Alejandro Giammattei, aunque hoy traten de distanciarse.
El candidato Edmond Mulet ha dicho que Consuelo Porras debe irse. De inmediato, los adláteres de Zury Ríos (como Álvaro Arzú Escobar) y el hoy próspero abogado de FundaTerror, Raúl Falla, han salido a rechazar su afirmación. Sandra Torres es la más ferviente defensora de la Fiscal (¿de verdad crees que me ayudas, comadre?).
Si Consuelo Porras sale del Ministerio Público, Alejandro Giammattei ve reducida la garantía de impunidad para su gestión. Y aunque fije su residencia en Italia, país del cual ya es ciudadano, y ahí no exista la extradición, y aunque se despose con su pareja y registre el matrimonio ante la Unión Europea y éste quede protegido igualmente por Italia, la riqueza no legítima será fuente de cuestionamiento también en ese país. De modo que, él también se la juega.
La fiscal Porras es la fuente del poder de la Fundación del Terrorismo que le apuesta a Zury Ríos como su preferida para la Presidencia. Ella podría garantizarles no sólo conservar su prerrogativa de manejo del sistema de justicia sino incluso ampliársela, nombrando a uno de sus integrantes al frente del ministerio de Gobernación (imagine usted la posibilidad de coordinar capturas y seguimientos contra los enemigos de su clientela y tanto más).
El peso de FundaTerror sobre el aparato de Justicia les ha permitido garantizarle a su clientela resoluciones desfavorables contra aquellos a quienes se busca castigar y resoluciones absolutorias o blandas para quienes demandan impunidad.
Pero ya en una distinta correlación de fuerzas, los jueces que hasta hoy han sido tan obsequiosos, se sentirían menos presionados para marcar distancia y resolver de manera independiente en los casos que la Fundación apadrina.
Incluso si Consuelo Porras continúa en su cargo, la llegada de un Presidente adverso al peso que ella le ha otorgado a la Fundación podría causar un corrimiento de fuerzas desfavorable para quienes hoy dictan las sentencias con sólo enunciar denuncias. ¡Preso o al exilio! Y los jueces y magistrados obedecen.
Una señal de su inquietud se percibe en los más recientes mensajes de la Fundación. Sabiéndose vulnerables al desgaste del gobierno de Alejandro Giammattei, por estos días FundaTerror procura marcar distancia de quien, nombrando a Consuelo Porras como Fiscal, les ha procurado la mayor prosperidad de sus vidas.
Y así advierten que no tolerarán que el candidato oficialista, Manuel Conde, pase a segunda vuelta y anuncian una campaña contra la corrupción (en casos de menor cuantía, que no involucran directamente sino a funcionarios de segunda o tercera).
Esas jugadas sin embargo parece poco eficaces para ayudarlos a mejorar su imagen. Están atados a la impunidad de Alejandro Giammattei y a la permanencia de Consuelo Porras. Y uno de los dos va de salida del poder y la otra se aferra a un clavo ardiendo.
Sus únicas opciones de conservar lo que hoy tienen se reducen a un triunfo de Zury Ríos o, contra su propio pronóstico, a una sorpresiva victoria de Manuel Conde.
Cualquier otro resultado, aunque sólo sea levemente, les desfavorece.