A usted puede sorprenderle que el gobierno de Alejandro Giammattei haga tantos esfuerzos para que su partido (Vamos) logre repetir el triunfo en las próximas elecciones o bien, como anhela Miguel Martínez, consiga siquiera una buena cuota de poder parlamentario. A mayor número de diputados en el Congreso más caro puede venderse el voto en el Pleno. Y aquí el motivo para hacer política y para mantenerse vivo en política es hacer dinero fácil y conservar suficiente poder para garantizarse la onerosa impunidad de estos tiempos.
Como le digo, a usted puede sorprenderle la millonada de dinero público que el gobierno se gasta en eso, pero la verdad es que casi todos los partidos oficiales del pasado han intentado lograr la misma cosa, aunque siempre con cifras más modestas.
Y todos han fracasado notoriamente en el intento. Ahí está el partido de Jimmy Morales, FCN Nación. Ganó una votación presidencial pero luego apenas llegó al 5 por ciento de los votos en las elecciones siguientes. Su candidato era un poco una vergüenza, pero además, el descrédito del presidente saliente no contribuía mayor cosa. Es el mismo caso de Giammattei. Difícil encontrar un gobernante más antipático y mire que hay otros personajes suficientemente detestables para disputarle el cetro.
Interesante que Giammattei, a diferencia de Nayib Bukele o de Nicolás Maduro o incluso Daniel Ortega, que cultivan a una porción del electorado con acciones dirigidas a generarles buena imagen, confíe sólo en la compra del voto para obtener buenos resultados.
En fin, que todos los gobiernos han tratado de mantener el poder repartiendo fondos públicos pero suele ser que sus socios en el intento se dan cuenta a tiempo que les rinde más apropiarse del dinero dirigido a la campaña que echarlo por el drenaje invirtiendo en un candidato oficialista.
Por de pronto, la más reciente encuesta de Cid Gallup indica que el probable candidato oficialista, Manuel Conde, ya empieza a aparecer en el mapa de los aspirantes. Y cuenta con una intención de voto del 4 por ciento.
Eso significa que la millonada de dinero repartida entre los alcaldes (más de Q3.1 millardos), buena parte de los cuales aceptaron correr por el partido Vamos, ha empezado a rendir sus frutos. Está por verse si Conde logra levantar vuelo y se convierte en un pretendiente en serio. Esto es, que las encuestas lo certifiquen como un candidato con una intención de voto por encima de los 10 puntos porcentuales. Entonces ya empezaría a valer la pena para el presidente Giammattei jugarse el todo por el todo y ordenar a sus vasallos del Tribunal Supremo Electoral y las dos Cortes que le corten el aire a las aspirantes que le resulten un estorbo. Notoriamente, sobre todo, Zury Ríos. Pero a lo mejor también Thelma Cabrera. Sandra Torres en cambio siempre será de valor para los planes oficialistas porque alcanzar una segunda ronda con ella podría favorecer a quien quiera que sea su contrincante. A lo mejor Roberto Arzú y Edmond Mulet también se vuelven una piedra en el camino.
A lo mejor y a Miguelito y a Giammattei el derroche de tanto dinero de los impuestos les arroje resultados.