Querían ganar dinero para mandarlo, construir una vivienda y mantener a sus familias. Domingo Giovani Raimundo Mateo, de 17 años, y Antonio Chávez López, de 28, dejaron su casa en Chajul, Quiché, con la esperanza de llegar a los Ángeles, Estados Unidos, pero la muerte se les atravesó en el camino. Ambos están en la lista de los 55 migrantes que perdieron la vida el jueves en Chiapas, México, cuando volcó el tráiler que jalaba el furgón donde viajaban.
El 26 de noviembre Raimundo Mateo salió de la aldea Juil,Chajul, Quiché, junto con sus primos, Pedro y Gaspar de apellidos Láinez, de 28 y 19 años respectivamente. En la frontera con México los “coyotes» o traficantes de personas los dividieron en cuatro grupos para que pasaran desapercibidos. Raimundo viajaba en el camión número cuatro; sus familiares que sobrevivieron, en el número dos. Estos últimos confirmaron los decesos.
Óscar Díaz, primo de los tres migrantes, dice que la última conversación con ellos fue el miércoles por la noche, cuando estaban a la espera de abordar los camiones para atravesar México.
“Cada semana o cada 15 días sale un grupo de acá de Chajul y se los lleva un coyote, algunos pasan y otros no, a veces salen grupos de 15 o 20 personas”.
Raimundo solo estudió hasta sexto primaria y luego se dedicó a trabajar en la agricultura, pues decía que su anhelo era reunir dinero para viajar a Estados Unidos y luego enviar dólares como lo hacen otros que se han ido de la aldea.
Por el traslado de Raimundo a EE.UU. se pagarían Q85 mil al coyote, solo entregaron Q7 mil porque el resto lo darían cuando llegara. El dinero se reunió entre la familia y amigos que esperaban a los primos en Los Ángeles, California.
Díaz dice que por ahora no han tenido comunicación con el coyote que guiaba a sus primos, mientras que las autoridades mexicanas indicaron que no figura entre los heridos y al parecer escapó del percance.
El accidente ocurrió a eso de las 15.30 de la tarde del jueves cuando el tráiler colisionó con una pasarela.
Sin empleo
Una niña de un año llora inconsolable mientras Juana Chávez, de 30 años, recuerda que no solo la despedida de su hermano Antonio fue triste, sino ahora cuatro niños quedan en la orfandad.
“El más grande tiene 8 años; el otro, seis; otro, cuatro; y una bebé de un año (es la que llora). Él solo trabajaba en la siembra de milpa, no tenía trabajo formal, hay más personas que se fueron de otras aldeas, pero no las conocemos”.
La mujer desconoce cuánto pagó su hermano para emprender el viaje pues no tenía empleo y posiblemente hizo un préstamo.
Santiago Otero, religioso quien ha emprendido misiones en Quiché, dice que Chajul es una de las comunidades de la región Ixil que evidencia la falta de oportunidades y el olvido, pues en noviembre de 2020 las tormentas Eta e Iota dejaron un panorama desolador en esa comunidad y obligó a que más personas migren hacia Estados Unidos.
“Los accesos a esa comunidad no han sido arreglados un año después de las tormentas, eso nos da la idea del olvido en que se encuentran muchas poblaciones de esa región».
Chajul es una comunidad a 109 kilómetros de la ciudad capital con 60 comunidades aledañas. Una de las fuentes de ingresos es la siembra de café, frijol y hortalizas.
Un informe del Ministerio de Trabajo efectuado en 2020 con base en datos de varias instituciones como el Instituto Nacional de Estadística (INE) y la Encuesta Nacional de Empleo (ENEI), revela que Quiché tiene una población de 949 mil habitantes de los cuales el 41,8% vive en pobreza extrema. El estudio refiere que los menores de 7 a 17 años representan el 28% de la población de esa región pero solo un 16% estudia o trabaja.
De acuerdo al estudio, un niño en Quiché tiene 4,7 veces más probabilidad de permanecer en un trabajo cuando solo está bajo el resguardo de su progenitora, lo que duplica las probabilidad del trabajo infantil. Todo esto implica que exista un 18% de fracaso escolar en educación primaria. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) después de Alta Verapaz, Quiché es el departamento en donde la pobreza se agravó debido a la tormenta Eta en noviembre de 2020.