Cada año el agua del subsuelo del departamento de Guatemala se agota. Tiene que ver varios factores: desde la geología de cada sector, la creciente urbanización, la falta de lluvias, las bajas temperaturas hasta los malos hábitos de los ciudadanos.
María Catalán tiene 45 años y ha vivido una década en la Colonia Santa Faz, Chinautla. Casi a diario debe esperar o levantarse a las 2 de la mañana para captar agua del chorro, pues solo en ese horario puede llenar unos botes o un tonel. Si no lo hace, deberá esperar a que durante el día llegue el camión abastecedor que vende a Q15 o Q12 cada tonel con agua, sin garantías de que esté libre de desechos, pues desconoce de dónde proviene.
“Es la realidad que hay que afrontar. En la madrugada es cuando hay que estar al tanto para agarrar unos botes, pero no alcanza porque hay que lavar ropa, platos y para bañarse también”.
La rutina de Catalan se repite en más casas de las colonias Candelaria, zona 18, Cipresales, zona 6 y otros sectores de la metrópoli. La expansión de las áreas urbanas reduce la filtración del agua en el suelo y obliga a perforar más para encontrar el recurso, dice María José Iturbide, directora ejecutiva de Funcagua, quien asegura que el departamento de Guatemala depende del agua subterránea, pues el 80 por ciento del recurso que se utiliza proviene del manto freático y no de afluentes superficiales como ríos y lagos.
Un monitoreo de Funcagua en 250 pozos en el área metropolitana reveló que el manto freático cada año se recarga menos y por lo tanto en cada pozo se debe perforar entre 5 y 200 metros más cada año para encontrar el recurso, debido a la impermeabilización de los suelos.
«Las municipalidades extraen agua las 24 horas y al igual que en las áreas residenciales sin algún control, es como que le metamos una pajilla a una gran esponja y estamos todo el día succionando, entonces eso hace que el agua descienda, es una situación de alarma y hay que asustarse porque los niveles del agua siguen bajando».
Iturbide dice que incluso los estudios revelan que en la época de lluvia el manto freático no se ha recargado como en años atrás por la falta de suelo abierto. Puesto que desaparecen áreas pequeñas que pueden captar suficiente agua como jardines, parqueos de piedrín a cielo abierto que son asfaltados con concreto y campos de fútbol que son cubiertos con grama sintética.
Según Iturbide, las malas prácticas también comienzan en el hogar, debido a que una persona puede gastar hasta 400 litros de agua por día, bañándose hasta por más de 10 minutos y lavando demasiado la ropa.
«Utilizar menos agua para lavar platos y no lavar ropa de a poquitos en la lavadora, suman para reducir la presión que existe sobre el agua subterránea».
Una de las principales causas de falta de agua es la geología del departamento, debido a que hay zonas donde aunque se perforen pozos a gran profundidad no se encontrará el recurso, y es el caso de la zona 18, según Iturbide.
Carlos Flores, vocero de la Empresa Municipal de Agua (Empagua) indicó que las fuentes superficiales se han visto afectadas, debido a que el caudal de los pozos bajó de forma considerable pues aumentó la cantidad de habitantes en la ciudad.
También refiere que, hay partes altas donde cuesta que llegue el líquido especialmente en temporada de verano cuando baja el nivel de los pozos y afluentes naturales; contrario a lugares en partes bajas donde llega con más fuerza. Además, ante la demanda en ocasiones se ha racionado el agua en las zonas 5, 10 y 16 donde el agua fluye todo el día para que el recurso también llegue a otras colonias.