Apena hecho público el gabinete del nuevo gobierno, la piñata se ha comenzado a golpear a ver quién sacar el primea dulcito. Unos lo alaban, porque dicen que hay “paridad de género” -de sexo diría yo-, aunque espero que el Presidente, para la elección, se haya fijado más en la calidad de las ministras que en su condición de mujeres, por el bien nacional y prestigio de las designadas. Al poquito tiempo, los 48 cantones se enojaron un tanto, y preguntaron dónde están ellos representados, ya que apoyaron abiertamente la democracia, el Estado de Derecho y los resultados electorales, pero quedaron fuera de la ecuación.
Y es que cualquiera que sea el gobierno que se nombre, la sociedad está tan sumamente polarizada y atomizada que siempre quedarán grupos excluidos. Además, el propio Presidente de los 48 cantones no supo explicar cómo los sololatecos -población mayoritariamente indígena- optó por reelegir a Allan Rodríguez, nefasto personaje que seguirá, “gracias” a sus votos, en el Congreso. Incluso, no cortos con la irresponsabilidad, los mismos sololatecos votaron por el hermano del honorable nefasto y nos han endilgado un 2×1 familiar, de aquí al 2028.
No se entiende que, por un lado, reclamen -o sugieran- participación en el gobierno, mientras por el otro la población lugareña opte por diputados y partidos no indígenas, además de tachados. De hecho, el MLP ha sido clausurado como partido político -y había diputados y alcaldes a votar, no nos hagamos-, y Winaq-URNG están en su mínima expresión. Además, cuando se presentaron candidatos como Rigoberta Menchú, Amílcar Pop o Pablo Ceto, no lograron porcentajes significativos, lo que indica -como era de esperar- que cuando se habla de “indigenismo” el concepto es una pluralidad diversa por muy singular que sea el término ¿Es realmente posible abrir un espacio de cuotas para comunidades indígenas mayas -que son un número cercano a la veintena- además de xincas y garífunas? ¿Alguno de esos grupos que reclaman su cuota de poder se acuerda de una comunidad olvidada, pero presente en la zona de Izabal como son los afro-jamaiquinos?
No es nada nuevo en comunicación, ciencias sociales y construcciones mentales, el relato manoseado sobre “la presencia indígena”. Se construye una equívoca -pero interesada- concepción mental de lo indígena como algo monolítico y singular, pero hay situaciones que advierten del error. Más reciente, cuando la alcaldesa de Palín -Alída Vicente- arremetió contra el Presidente de los 48 cantones y contra Leticia Teleguario, con palabras como “vaya a manda a su casa, a su territorio”, mostró justamente que el singular es un enorme plural, muy diferenciado y confrontado.
Además, hay otro elemento que debe de considerarse, y que contradice el discurso gremial: ¿Es necesario nombrar a un ministro mujer, joven, militar o economista para que trabaje efectivamente en temas de género, juventud, defensa o económicos? Porque de ser así se crea un corporativismo que promueve una relación necesaria entre el nombre de la cartera y el diploma del titular, algo que ha sido superado hace mucho tiempo en países desarrollados que velan más por la calidad del gestor que por el título, el género, el sexo, la discapacidad o la edad.
Nos queda mucho por aprender, pero sobre todo por preocuparnos de aprender. La ministra de defensa de España es abogada; el ministro de economía y protección del clima de Alemania, filosofo; el presidente de Austria es economista; el secretario británico de salud y asistencia se graduó en la real academia militar; la ministra de educación básica e investigación de Suecia tiene un título en ciencias políticas, y la secretaria de comercio de los USA tiene un grado en artes y luego cursó un doctorado en filosofía y sociología. Aquí seguimos preocupados de casar la profesión con el cometido, el sexo, la etnicidad, el partido, la edad…, y otras babosadas propias de nuestra situación.
¡Pues nada a seguir profundizando en tan sesudo razonamiento!