Guatemala, la niña desnutrida
Alejandro Giammattei, en su discurso de toma de posesión como presidente, hizo una metáfora, comparando a Guatemala con una niña desnutrida: «Cuando pienso en Guatemala me asalta la imagen de una pequeña niña muy cercana de morir por desnutrición –dijo con la voz temblorosa– muy enferma e impotente mira a sus padres, que le dijeron […]
Publicado el 14 Jun 2023

Guatemala, la niña desnutrida

Alejandro Giammattei, en su discurso de toma de posesión como presidente, hizo una metáfora, comparando a Guatemala con una niña desnutrida: «Cuando pienso en Guatemala me asalta la imagen de una pequeña niña muy cercana de morir por desnutrición –dijo con la voz temblorosa– muy enferma e impotente mira a sus padres, que le dijeron que la ayuda va a llegar, pero la ayuda no llega». Luego aseguró que los niños desnutridos serían su prioridad, «mi faro y mi guía», y ya con la voz al punto de las lágrimas prometió no detenerse en la lucha contra la desnutrición. «Esto es personal, no me voy a detener hasta acabar con la desnutrición», dijo.

 

¿Cómo está esa niña llamada Guatemala, cuatro años después?: «Está agónica», dice categórico Jorge Pernillo, docente universitario y consultor en temas de seguridad alimentaria. «Si él la encontró desnutrida aguda, la deja en severa. Con cualquier diarrea o infección respiratoria va a morir».

 

Los datos reflejan que uno de cada dos niños está desnutrido en Guatemala. La mitad de los menores de cinco años en este país pasan hambre y eso significa retrasos en su crecimiento y desarrollo mental que les condenan de por vida.

 

«Hasta el año 2019 la tasa de desnutrición aguda era de 8.2 por cada mil menores de 5 años, a partir del 2020 hicieron un cambio en la metodología para registrar a los menores diagnosticados con desnutrición aguda, con esos nuevos datos la tasa se situó en 14.6, un incremento de 6 puntos, que es comprensible porque fue el primer año de la pandemia. En 2021 bajó a 11,9 y en 2022 a 11,1. Esto asumiendo que el Ministerio de Salud no comete un subregistro de casos», explica Enrique Maldonado, consultor independiente en temas de desnutrición.

 

La tendencia pareciera mostrar un efecto globo: si se presiona en un sitio, se infla otro, porque mientras algunas comunidades muestran leves mejoras, en otras los casos suben.

 

«En el último año hubo un incremento en la desnutrición en Baja Verapaz, Chimaltenango, Sacatepéquez, Chiquimula, Jutiapa, Sololá, Santa Rosa, Suchitepéquez y Totonicapán. Esto lo que demuestra es que la estrategia, si es que la tiene el actual gobierno, no tiene avances estratégicos ni parejos en todo el territorio nacional. Parece que focaliza sus acciones en unas áreas, cuando surge el escándalo del hambre, pero desatiende otras», comenta Maldonado.

 

Lo que viene no es nada esperanzador. Pernillo recuerda las terribles imágenes de 2001, en las que vimos a los pobladores de Camotán y Jocotán en estados terribles de desnutrición y teme que eso pueda repetirse.

 

«Hay predicciones de canículas parecidas a las de 2001, ese año llegamos a un 13% de desnutrición aguda en Chiquimula, cuando pasa del 5% dice la Organización Mundial de la Salud que se debe tratar como emergencia y nos están diciendo que a ese nivel podemos llegar este año. Honduras está ya trabajando planes, en el sur de México ya comenzaron a trabajar en un fortalecimiento de campesinos, aquí no hay nada. En El Salvador están atendiendo a los campesinos, aquí solo algunos proyectos de cooperación en algunas comunidades, pero no alcanza para el nivel de crisis».

 

Jéssica Coronado, de Acción contra el Hambre, habla de todo un cóctel de problemas que hicieron que estos últimos años fueran especialmente malos para la lucha contra la desnutrición: la pandemia, las tormentas y el incremento de los precios. «Los terrenos aún no se han recuperado de las tormentas, la capacidad de la tierra se reduce y se obtienen cosechas más bajas. La crisis internacional que incrementó los combustibles subió los precios a la canasta básica», explica.

 

Qué dicen los candidatos

 

En los planes de gobierno de los candidatos punteros hay poco sobre desnutrición y en muchos de ellos no está claro qué harán para combatirla.

Edmond Mulet prometió crear y equipar 2,000 puestos de salud que trabajen durante la ventana de los mil días –los primeros mil días del bebé, contando desde el embarazo, son cruciales para su desarrollo– para detectar y atender los casos de desnutrición a tiempo.  Su programa de Cero a Siempre busca apoyar a las madres desde el embarazo, para ello deben registrarse con su DPI para recibir una asignación canjeable por insumos para el cuidado de los niños. «El objetivo es llegar al 25% de la población más pobre de mujeres con niños menores de cuatro años», explica. Pero acota que para ello necesita una asignación que dependerá del Congreso.

 

Sandra Torres habla del programa «Sandra te cuida», que llevará transferencias condicionadas a las familias del área rural –promete aumentarlas de Q300 a Q700–, comedores solidarios en todo el país y bolsas solidarias con énfasis en el corredor seco, donde se producen los mayores casos de hambre estacional.

 

Carlos Pineda –que encabezaba las encuestas pero cuya candidatura fue suspendida– dijo que se combatirá la desnutrición a través del monitoreo de crecimiento y la suplementación preventiva con alimentos, vitaminas y minerales esenciales a la población en riesgo.

 

Además, dice que se «implementaráun sistema de calidad y alerta temprana en el Instituto Nacional de Comercialización Agrícola, para coordinar con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación, el Programa Mundial de Alimentos, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social y el Ministerio de Desarrollo Social, para distribuir de manera oportuna los alimentos almacenados en las bodegas, que estén cerca del vencimiento, a las comunidades más necesitadas».

En su Ruta hacia la prosperidad, el combate a la desnutrición aparece en el puesto número 15: «se fortalecerán los programas para combatir la desnutrición infantil» y en el número 17 «se harán acciones preventivas de la desnutrición crónica y anemia, esto mediante el fortalecimiento del primer nivel de atención».

 

Pineda negó las cifras de desnutrición que se registran actualmente. Durante un acto en una universidad, aseguró que el dato de que uno de cada dos menores está desnutrido en el país no era real, más tarde en una entrevista en la radio dijo que lo sabía porque él recorre el país y que «no es tanto». Además, dijo que los niños con desnutrición aguda son los que «medio comen», evidenciando un profundo desconocimiento del problema.

 

El plan 4-40 de Zury Ríos dice que impulsará «la nutrición para el desarrollo, en coordinación con las alcaldías municipales y el Ministerio de Ambiente, fortaleciendo la gestión integral, transversal e interinstitucional del manejo del agua y saneamiento, que incluya uso adecuado del agua, protección de las cuencas hidrográficas, reforestación, manejo de los residuos sólidos y aguas residuales, para el combate a la malnutrición, reduciendo así su mortalidad».

 

Poco o nada más que decir, ninguno ha tomado el tema de la desnutrición como bandera, ni ha hecho énfasis en sus planes para combatirla.

 

«Los niños y las niñas desnutridos son el gran fracaso de nuestro país, son ni más ni menos, el espejo que nos muestra nuestro rostro más terrible –dice Pernillo– esta es una realidad que no podemos negar, tenemos altos índices de desnutrición en todo el país. Condenamos a la muerte, a la incapacidad mental a nuestros niños».

 

Medio siglo sin avances

 

En los últimos cincuenta años la desnutrición solo se ha reducido en un 20%. «No hemos atendido el problema más grande de nuestro país, que imposibilita el desarrollo», dice Pernillo.

 

En Guatemala siguen muriendo de hambre los niños y ninguno de los mandatarios o ministros de salud que han pasado por el gobierno ha logrado enfrentarlo. Pernillo cree que más que falta de voluntad, hay un interés en que persista el problema.

«Ese gran monstruo de la desnutrición va creciendo y creciendo, pero no hacemos otro monstruo que se enfrente a él, del mismo tamaño. Siempre vamos con las mismas estrategias, con los mismos presupuestos. Es muy débil nuestra respuesta para atender esa problemática y este monstruo crece cada vez más por la desatención del Estado, por la vulnerabilidad y por los efectos del cambio climático».

 

Maldonado también ve con preocupación que, lejos de avanzar, se retroceda, le preocupa que durante esta administración «de una manera dolosa, diferentes autoridades del Ministerio de Salud Pública han disminuido recursos para el programa de prevención de la desnutrición crónica», cuenta.

Prevenir es la mejor forma de enfrentarlo, porque cuando los casos de desnutrición llegan a ser tan severos ya no es posible recuperarlos en casa, los niños deben ser hospitalizados y la mayoría de las veces dejan secuelas irreparables.

«Un reflejo de la poca importancia que le dan las autoridades al tema es que al momento no se ha hecho otra encuesta de salud materno infantil, la última fue en 2015, deberían hacerse cada 5 años, ya vamos para 8, esto es una muestra de la falta de interés», advierte Pernillo.

 

Hay retrocesos, como la desaparición del programa de extensión de cobertura, que fue clausurado en 2015, «eran ONGs que daban servicios de salud, por cada diez mil habitantes había unequipo de salud y supuestamente el Ministerio iba a entrar a cubrir a esas personas –explica Pernillo– en algunos grados lo hicieron con una enfermera auxiliar, pero se desarticuló toda una organización  comunitaria donde había vigilantes, ya no tenemos esos ojos que nos daban alguna alerta, lo que hay es solo una enfermera auxiliar que se queda en su puesto y no sale a caminar. Entonces en lugar de avanzar estamos debilitando lo poco que teníamos».

 

Coronado habla del caso de Camotán y Jocotán, en esos municipios de Chiquimula la población se encuentra en fase 3 de crisis de inseguridad alimentaria desde febrero de 2021. «Se han mantenido en esa fase, no ha subido, pero tampoco ha bajado y si las personas se mantienen en este tipo de inseguridad alimentaria lógicamente habrá casos de desnutrición aguda», afirma.

 

Ese monstruo sigue creciendo y está destruyendo el futuro de esa niña llamada Guatemala. Ninguno de los presidenciables ha mostrado un monstruo más grande para poder detenerlo.

 

 

DATOS

 

Desnutrición en cifras

 

2019

15,395 casos acumulados

118 fallecidos

 

2020

27,907 casos acumulados

46 fallecidos

 

2021

22,040 casos acumulados

102 fallecidos

 

2022

20,806 casos acumulados

68 fallecidos

 

Los datos corresponden a la semana epidemiológica número 52 de cada año.

Redacción

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