Antes de la educación, hay prioridades. Tanto en casa, como con las autoridades. Pero, en diciembre pasado, cuando la encuestadora Cid-Gallup preguntó a los guatemaltecos cuál consideran el mayor problema del país, solo el 7% respondió que es la educación. Y cuando la pregunta se enfoca en el nivel hogar, solo el 3% contesta que la educación es el dilema, mientras que el 42% responde que su aflicción número 1 es la economía.
No es un secreto el retraso educativo, agudizado con la pandemia que durante tres años mantuvo irregular los ciclos. El propio ministerio de Educación mide el indicador de fracaso escolar, el cual es el resultado de la suma de las variantes educativas negativas como reprobar y desertar.
El primer año de pandemia refleja que las ausencias empeoraron la situación:
Primaria | Básico | Diversificado | |||
2020 | 2021 | 2020 | 2021 | 2020 | 2021 |
3.73% | 13.62% | 17.97% | 31.97% | 17.61% | 26.73% |
ConCriterio solicitó una entrevista con las autoridades de Educación, pero no respondieron. Héctor Canto, exviceministro de Educación durante la canción de Jimmy Morales:
Es preocupante, pero el fracaso no es de los niños, es del sistema, es del país. La pandemia nos vino a resaltar que no tenemos las condiciones adecuadas para el aprendizaje: la mayoría de familias no tuvo acceso a conectividad y dispositivos; hay comunidades donde no hay energía eléctrica; hay familias en la capital que viven todos en una habitación y no tienen condiciones económicas. Entonces la pandemia profundizó más esa brecha.
Cuando se revisan los datos del fracaso escolar por departamento las estadísticas evidencian que Suchitepéquez -23.97%, Quetzaltenango -20% y San Marcos -19.4- tienen los porcentajes más altos. Curiosamente, Retalhuleu, vecino de Suchitepéquez, tiene el nivel más bajo de precariedad escolar con 8.7%.
Pero si entre los componentes del fracaso escolar se encuentra la no promoción, el hecho de que en 2020 y 2021 los estudiantes fueran promovidos mediante decretos, llama la atención a Ana de Molina, exministra de Educación.
“Entonces no podíamos evaluar sí realmente hubo un aprendizaje, qué tanto lograron conocimiento en su respectivo nivel, porque esa decisión fue tomada sobre ¿qué bases? no sabemos. Y esa promoción automática, no permite saber con exactitud si el fracaso escolar tiene que ver con el nivel de aprendizaje
A la exministra de Molina, le preocupa otro dato:
Me quedé sorprendida cuando escuché las declaraciones de las autoridades de Educación respecto al número de estudiantes inscritos -hasta el día de hoy para 2023- y lo que reportaron son 2.2 millones. Y cuando reviso las estadísticas de 2009, antes de mi retiro del ministerio, se alcanzó la meta de 4.2 millones estudiantes, según el informe de estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE). No creo que de aquí a febrero alcancemos 2 millones más de alumnos.
El exviceministro Canto señala que el modelo educativo del país no contribuyó en los tiempos de clases a distancia y ese fue otro factor que provocó que la brecha de deterioro se ampliará.
Nosotros tenemos un modelo educativo cartesiano, que se desarrolló entre los siglos XV al XIX. Durante esos 400 años el enfoque educativo es que las personas no piensan por sí solas, sino que hay que llenarlos de contenidos. El papel del maestro es llenarlos de información y luego evaluarlo sobre qué recuerda. Países como Finlandia, Bélgica y Noruega dejaron hace décadas ese modelo y pasaron a un enfoque que considera que todas las personas saben algo y que el maestro solo les va ayudar a que demuestren qué saben; y hay países en donde no existe la repitencia.
Luego de tres años las clases en el sector público serán presenciales e inician el 21 de febrero, a la fecha la ministra Claudia Ruiz no presenta a los docentes un plan de reforzamiento por el retraso que significó la pandemia del Covid-19.