Juan Carlos Monzón, el exsecretario privado de la exvicepresidenta Roxana Baldetti, terminó su declaración por videoconferencia en el juicio por el caso La Línea. Esta vez involucró al Ejército y afirmó la intención de la estructura por ingresar al narcotráfico. Los mismos defensores de los acusados salieron de la sala con la convicción que la audiencia les benefició ante un Ministerio Público (MP) poco “incisivo”.
La estructura de defraudación tributaria La Línea, en la cual se acusa a Baldetti y al expresidente Otto Pérez Molina como autores intelectuales y materiales, fue descubierta en 2015 por la extinta Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Seis años después que los señalados enfrentan juicio.
La declaración de Monzón estaba prevista para tres días o incluso cuatro días, pero bastaron cinco horas para ser escuchado por el Tribunal de Mayor Riesgo B, a cargo de la jueza Jeannette Valdés.
César Calderón, defensor de Otto Pérez Molina, esperaba que el MP interrogara más y considera que las preguntas del ente investigador fueron “escasas” y su participación fue “menguada”, lo cual es de beneficio para ellos.
“Tenía que declarar solo aspectos al caso La Línea y no fue así; en segundo lugar ya no quiso extenderse en otros tópicos que pudo haber abordado y en tercer lugar, la fiscalía no extrajo más información, por eso terminó rápido. Siempre hay aspectos positivos para la parte acusadora, pero ahora es positivo para la parte de la defensa, por todas las cosas que son confusas, las incongruencias y las cosas improbables”.
Durante su intervención en el juicio, Monzón aseguró haber cumplido con el convenio de colaborador eficaz y devolvió varios inmuebles: una casa en la zona 15, otra en la playa de Monterrico, Santa Rosa, dos villas en Antigua Guatemala y una oficina en la zona 10.
Monzón reveló que la estructura de La Línea, no conforme con los sobornos que efectuaban a importadores, querían ir más allá y su intención era ingresar al mundo del narcotráfico.
«Sostuve una reunión cerca de la oficina de Fernando Mendizábal que está en la boutique Emilio, zona 10. Eduardo Gonzáles me convocó, allí estaban Javier Ortiz, Miguel Lemus, Antoni Segura y yo. En un papel me puso Javier Ortiz que leyera si estaba autorizado que trabajáramos con tambos. En el mismo papel le pregunté ¿qué son tambos? Y él me puso: drogas. Le dije que no y me fui. Después le dije que era la primera y última vez que asistía a esas reuniones».
Estas declaraciones no forman parte de la investigación de La Línea y para verificarlas deberían someterse a investigación, pero Monzón no declarará más y su participación en el caso terminó. Durante la vídeoconferencia Monzón dijo que intervino el Ejército en las aduanas, por orden de Pérez Molina, quien les delegó la tarea de identificar si una papelería o una documentación estaba bien hecha.
«No es por menospreciarlos, pero no tenían el conocimiento si una papelería de una importación estaba bien hecha y la pasaban muy fácilmente sin darse cuenta».
Como ejemplo de cómo funcionaba La Línea, Monzón explicó que “si un importador tenía que pagar Q100 de impuestos, contactaba a la estructura y solo pagaba Q80, era un pago de Q50 a la SAT y Q30 eran repartidos entre toda la estructura.
También afirmó que Baldetti le pidió que buscará a una persona para que fuera el enlace entre la (SAT) y Pérez Molina porque debía levantar la recaudación tributaria, sabiendo que había una mafia que generaba Q9 millones semanales en coimas o sobornos. Baldetti, según Monzón, le pidió que bajará esas comisiones a Q6 o Q2 millones para no tener problemas y evitar que se afectarán las importaciones.