Julia, una master en auditoría de 37 años, decidió en junio pasado, en el marco de la primera vuelta electoral, distanciarse de un muchacho que la pretendía. Su decisión fue porque la joven no concibió que un profesional como ella aceptara el discurso de desinformación sobre el Movimiento Semilla, emitido por ciertos pastores desde el púlpito. Aunque ella es evangélica de toda la vida, desechó esa información.

Me dijo: a mi lo que importa es no ir en contra de la voluntad Dios y le respondí, “pero es un voto y hay que ver la mejor opción para el país en varios aspectos no solo en eso que se están enfocando las iglesias; además, no solo porque le vaya a dar mi voto contra Semilla, no significa que yo vaya en contra de Dios”, y me contestó: ¡pero analícelo bien!

Hubo daño en esa relación amorosa, pero lo más grave fue el impacto en la Iglesia. Iván Monzón, master en psicología clínica, con estudios en sociología de la religión y director del Centro para la Misión Transformadora, entidad que apoya a unos 25 ministerios con herramientas para trabajar en contextos de alto riesgo, señala:

“Este llamado a la integridad puede llegar a un nivel excesivo, hasta tener nombre y apellido y eso genera heridas, porque las congregaciones son muy diversas desde el punto político.  Hay líderes que entran casi en el nivel de decidir qué zapatos  la gente va a comprar”.

Las urnas lo confirmaron: Bernardo Arévalo ganó la presidencia con una ventaja de 21 puntos, frente Sandra Torres. Los mensajes de la iglesia poco influyeron en los votantes. Al contrario, en algunos generó incomodidad y hay consecuencias, dice Monzón:

Hay una cultura en Guatemala, yo tengo mis convicciones, pero si me siento incomodo, me muevo a un lugar donde me sienta a gusto.  La gran conclusión es que hay una migración muy fluctuante y poco saludable. Algunos probablemente les afectará su fe, porque esta dependía del liderazgo, otros no tendrán la fe mermada, pero se sentirán heridos y buscarán otro espacio, pero lo que vemos son masas de iglesias con sus congregaciones que han generado resistencia a ser discipulados.

Sergio Enríquez, Cash Luna, Juan Carlos Eguizábal, Jorge H. López, son algunas pastores que emitieron mensajes desde el pulpito para influir en las votaciones.

Estuardo Arenales, un asesor de ventas de 42 años, se abstuvo de votar, por la situación que a su criterio generó la iglesia. Asiste a El Calvario, pero en el pasado se congregaba en El Shaddai, y es testigo de la migración de feligreses que hubo cuando Harold Caballeros se postuló para la presidencia en 2011:

Cuando la iglesia se mete a la política, como ocurrió con Serrano Elías, Harold Caballeros, estas se ven afectadas.

–        Vos asistían al Shaddai cuando se postuló Caballeros, ¿hubo baja de miembros? Bastante y no se recuperó, no sana esa parte; las personas ven esas decisiones, no les gusta y se van.

El 27 de julio, dos días después de la primera vuelta electoral, Casa de Dios publicó en sus redes sociales su nuevo horario de servicios: la iglesia eliminó una de sus tres reuniones dominicales. ConCriterio llamó a la iglesia, pero no respondió.

Un integrante de la congregación que declinó identificarse dijo que la iglesia se está quedando vacía por tres factores:

• La pandemia
• El tráfico de carretera a El Salvador y ciertos inconvenientes en la infraestructura, y la
• Migración a otras iglesias.

Monzón reflexiona:

Estas migraciones internas generan sentido de desconexión. Pensemos en la metáfora de un niño que ha pasado de un hogar temporal a otro, cuando esto ocurre hay una tendencia de desconexión afectiva: al final estoy en este hogar, pero no me conecto porque no sé cuándo me voy a tener que ir. Entonces esto genera crisis espiritual, porque se siente herida. 

En la foto de izquierda a derecha: pastor Arturo Morales, Romeo Guerra (exvicepresidenciable de la UNE), Sergio Enríquez Garzaro -hijo del apóstol Sergio Enriquez, Teresita de León -hija de Sandra Torres. -De pie con saco- Pastor Alex López.