La popularidad presidencial, que se había sentido crecer desde el pasado domingo, sufre otro estrepitoso descalabro con esta huida de los congresistas y la no aceptación de una iniciativa de ley que también adolecía de muchos defectos y que se corría el riesgo de convertirla en otro muro de los lamentos para años venideros, cuando ya las personas no estén y se vuelva a cuestionar el momento histórico, como en 2016.
Después de la presentación de la iniciativa de ley para reformar la manera de destituir a la Fiscal General, se vuelve a constatar que los asesores presidenciales no producen el resultado esperado. Se quiso hacer coincidir la llegada de Blinken, la iniciativa y el “supuesto” debate en el Congreso. Aquello de la presión de más de cien visas retiradas después de un Pleno pesaba mucho, pero olvidaron que “segundas partes nunca fueron buenas”, y que los objetivos de los USA son otros.
Los diputados -mucho más listos- pidieron licencia o se perdieron para evitar ser señalados de por vida, y los que quedaron fueron insuficientes. Los asesores no entendieron lo que es un juego de poder político a varias bandas -como el billar- y que el Presidente apenas tiene un palo corto de todo el entramado necesario para el juego. Requerían 107 votos y fueron justamente los que se ausentaron ¡Un mundo al revés!
Mientras tanto, en el Legislativo andan reconfigurando el poder aquellos que creyeron cándidamente que eran sus aliados. Socios, se parece mucho a sucios, y lo mismo no entendieron el arreglo. Además, no hay operadores políticos en Semilla que enlacen eficazmente la presidencia con el Congreso, y si los hay no terminan de consolidar el eslabón necesario. Finalmente, sacaron del cuadrilátero a Samuel Pérez y silenciaron a Andrea Villagrán, con lo que el ruido político es ensordecedor.
Desde casa presidencial deben de entender que hay una retoma del poder por parte de los “ex”UNE, y de otros que desean su tajada -política o económica- y no están dispuestos a entregar el protagonismo a Bernardo Arévalo para que se quede con los méritos de haber promovido una ley que reforma la cagarruta legal que dejó Aldana/CICIG, con la que no están de acuerdo ni quienes lo promovieron. Quizá haya demasiados abogado y pocos, muy pocos, politólogos en esas reuniones, y así no llegarán muy lejos.
El gobierno se ha quedado sin nada que ofrecer y con dos sindicatos: el de salud y el de educación tocándole las puertas. Los USA, después de la reunión, ya lograron sus objetivos y de nuevo volvemos a quedar huérfanos y desamparados -como siempre estuvimos, aunque no nos diéramos cuenta- y los 48 cantones dicen que ya fueron utilizados por mucho tiempo y que ahora vean qué hacen sin ellos.
No hay de otra que ponerse a trabajar, porque cuando inicien las lluvias y comiencen los problemas de inundaciones, deslaves, hundimientos y el resto de desgracias venideras, el ciudadano -“el pueblo” le denomina los progres- va a terminar más cansado de lo que está y quizá el cuestionamiento de salida no sea para la Fiscal General, sino para el Ejecutivo porque no ejecuta, a pesar de apostar por la honestidad, la honradez y la decencia en su actuar, algo en lo que no se le puede reprochar mucho.
La política no es un juego, es una estrategia, pero parecen no haberlo entendido. Desde hace una par de décadas, el poder no está en el Ejecutivo, sino en los operadores políticos, y la UNE y los Alejos son quienes organizan y construyen el andamiaje de cada gobierno, aunque algunos presumen que son ellos y los medios lo corroboran desenfocando la lente. Ahora, igual que antes -como siempre- el juego puede ser de muchos, pero los árbitros son pocos y parece ser que no han sido detectados. ¿Pregúntese quién ha escuchado hablar de Felipe Alejos en los tres últimos años? Anda más perdido que un billete de Q200, aunque mantiene el valor. Los demás son apenas caras visibles de un mundo de vividores, delincuentes, vendepatrias, corruptos, narcocriminales, otras subespecies de la política o novatos e inexpertos. Los gallos parecen ser que pasan desapercibidos, incluso para los listos de más arriba de los límites geográficos.