Después de viajar desde Varsovia hacia Holanda, Panamá y Guatemala, Viacheslav Ostrenko, lloró al llegar a territorio guatemalteco. Vino con sus dos hijos y su esposa, roto por haber dejado a sus padres y su hermana en Ucrania, pues no contaron con la misma suerte de salir porque viven a 40 kilómetros de la frontera con Rusia.
El ucraniano dijo al medio de comunicación la Voz de América que agradece estar en Guatemala “por no estar en guerra”.
«Lloré una semana, cada día, como Guatemala, todo el mundo quiere ayudarnos»
Aunque no se tiene un número estimado, más familias ucranianas arribarán al país en las próximas semanas y posiblemente se refugien con amigos o familiares, como hasta ahora lo han hecho 32 personas de esa nacionalidad, según el informe del Instituto Guatemalteco Migración que aún no ve la necesidad de instalar un albergue específico para estos refugiados.
El pasado 2 de abril llegó otro avión con cinco ucranianos más. Los migrantes conforman dos núcleos familiares, entre ellos una madre y su hija. Entre las primeras familias que arribaron el 11 de marzo pasado se encuentran familiares de algunos de los 75 ucranianos que laboran en la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN) y PRONICO, donde también trabajan 80 rusos.
Para el sacerdote José Luis González, miembro de la Red Jesuita con Migrantes, el recibimiento de familias ucranianas parece “un gesto de hospitalidad”, por parte del Gobierno, aunque recomienda mejorar las condiciones de salud, inseguridad y educación para otorgar mejores condiciones de vida.
Gonzales dice que recibir a las familias ucranianas debe ser un ejemplo para que se abra las puertas de igual forma a otras nacionalidades, sin arremeter con golpes y bombas lacrimógenas como se hizo con caravanas de hondureños en 2021.
Rosario Martínez, analista del programa de Migración y Desarrollo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), dice que el paso de los migrantes hacia otros países como Estados Unidos, cada vez se ve más limitado por políticas migratorias. Ante esta situación y el deseo de salir de su país de origen, los migrantes se asientan en los países de tránsito como Guatemala y México, con la promesa de avanzar a su destino en el corto o mediano plazo, pero finalmente forman comunidades.
«Los podemos encontrar más en servicios de seguridad, centros comerciales y restaurantes. Hay hondureños, salvadoreños, colombianos y venezolanos, que ocupan más empleo dada su situación en sus países. Unos nicaragüenses en la zona 1 me comentaron que han encontrado mejor forma de emplearse aquí que en su país».
Jahir Dabroy, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), dice que será un reto para las familias ucranianas acoplarse al idioma y cultura guatemalteca, como también para gobierno que deberá otorgarles acompañamiento. El analista cuenta que Guatemala no tiene un atractivo como país “destino”, pero es una opción para los migrantes.
«Siempre hay personas que deciden asentarse en el territorio guatemalteco, personas de países como Angola, muchos intentan llegar a Estados Unidos y se les acaban los recursos por lo que deben buscar un trabajo y relacionarse socialmente».
Los ucranianos que han llegado al país ingresan bajo el artículo 68 del Código de Migración, pero también pueden solicitar una residencia. Dicho artículo refiere que las personas extranjeras podrán ingresar al país por catástrofe natural en los países vecinos, conflictos armados y emergencias médicas o para poner a salvo la vida. Según el Instituto Guatemalteco de Migración, en el país hay registrados 125 rusos y 114 ucranianos que residían aquí previo al conflicto en aquellos países.