En pleno receso de sesiones ordinarias, los diputados del Congreso de la República, de distintas bancadas, emiten una sentencia similiar: las reformas constitucionales están en el refrigerador y no existen intenciones de descongelarlas.
El parlamento, bajo la dirección de una Junta Directiva encabezada por Óscar Chinchilla, recibió en Enero el paquete que quedaba de una propuesta para modificar la Carta Magna. El presidente del Organismo Legislativo asumió el cargo con el compromiso de la urgencia de discutir, debatir y hacer avanzar el proyecto que proponía, entre otros cambios, incluir la jurisdicción indígena, crear un Consejo de Administración de Justicia para administrar tanto el Organismo Judicial como la Carrera Judicial.
Ningunas de las propuestas dio un paso hacia adelante. Más bien, como reconoció el
propio Óscar Chinchilla, los diputados se enfrascaron y hubo resistencia hacia las modificaciones. Las sesiones para debatir o discutir los temas estuvieron marcadas por la presencia de grupos que se declararon a favor y en contra de la iniciativa.
Hoy, seis meses después, los diputados al hablar sobre las controversiales Reformas Constitucionales lo hacen con palabras de desaliento: están moribundas, dicen unos, están muertas, responden otros. Los menos pesimistas dicen que el proyecto aún puede rescatarse. Hace falta ver hacia dónde caminará el Congreso de la República al retornar de sus vacaciones.
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