Después del ataque de pobladores de Nahualá, Sololá, contra las fuerzas de seguridad el domingo último, la Policía Nacional Civil (PNC) efectuó ayer operativos en esa comunidad y en Santa Catarina Ixtahuacán, donde destruyeron trincheras construidas en cerros y localizaron cartuchos para escopeta. La fuerza pública no reporta capturas, tampoco los representantes de las dos comunidades en conflicto muestran voluntad para solucionar el problema de línea limítrofe.
Mientras un contingente de la PNC utilizaba un detector de metales para encontrar artefactos explosivos y armas en los cerros, los miembros del ejército prefirieron mantenerse lejos del área de conflicto para evitar más ataques.
Seiscientos soldados patrullan los alrededores de Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán, después de que pobladores los expulsaron de la aldea Pachipac, Nahualá, inconformes porque la PNC intentó detener al conductor de un microbús sin licencia para trasladar pasajeros. El ataque de los pobladores dejó seis soldados y cinco policías heridos.
El coronel Rubén Tellez, vocero del Ejército:
«No están en el centro de los municipios –los soldados–, están a las orillas de una de las comunidades porque no se quieren más enfrentamientos, pero en ningún momento se abandonó el municipio de Nahualá como se ha dicho».
Tellez enfatiza que el ataque de los pobladores hacia los soldados fue con piedras, pero también, según él, hay indicios que tienen armamento pesado:
«Dispararon en automático, se cree que tienen fusiles y ametralladoras, utilizaron bombas artesanales de feria pero la cantidad de esa pólvora puede causar bastante daño a una persona».
Jorge Aguilar, vocero de la PNC, refiere que no hay una causa exacta del por qué comenzó el ataque hacia los agentes y miembros del Ejército.
«Pueden ser muchas situaciones, puede ser una excusa de los pobladores, ahorita hay tensión en el área y hasta una mala mirada de un soldado o de un policía puede detonar un enfrentamiento».
Para Ronaldo Leiva, exministro de la Defensa y analista en temas de seguridad del Centro de Investigaciones Económicas (CIEN), el ambiente entre Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán pareciera un polvorín que se enciende con cualquier circunstancia.
Leiva dice que la retirada de los militares no es sinónimo de debilidad, sino de prevención, para evitar una tragedia como la ocurrida el 4 de octubre de 2012 en la cumbre de Alaska de la ruta Interamericana, cuando militares dispararon y causaron la muerte de seis personas.
«Los atacaron y dispararon, hubo muertos y los soldados fueron presos. El problema con las fuerzas del orden es que ahora tienen temor de actuar».
Para Leiva, las mesas de diálogo no son la solución, si se toma en cuenta que han prevalecido durante décadas y en cada Gobierno se cambia a los integrantes.
«Esas mesas deben estar apolilladas, el tema está muy gastado. Los pobladores están dispuestos a que se arregle el problema, pero con algo que satisfaga a las dos comunidades»
Manuel Tzep, diputado por el departamento de Sololá, indica que en la última reunión entre representantes de ambas comunidades efectuada el lunes pasado no se llegó a ningún acuerdo y se desconoce cuándo se volverán a reunir.
«Los representantes de Nahualá dicen que no pueden ceder ni un metro de terreno de la población nahualense porque lo tienen sembrado y de la otra parte tampoco quieren dar terreno».
El 20 de diciembre último, el Ejecutivo decretó estado de Sitio en ambas comunidades en conflicto, después de un ataque que dejó 13 muertos.