Uno no sabe qué le inspira más pena. Si el esfuerzo inicial por descalificar la gráfica de la Deutsche Welle respecto al país del Continente con mayor porcentaje de población en la pobreza por la antigüedad de las cifras utilizadas o la gestión del gobierno que indujo al Banco Mundial a corregir el gazapo. Porque se trata todo de un error menor y accesorio. En eso consiste comparar a un país con otro en este renglón tan infausto. Y quienes defienden al sistema económico y político nacional quieren hacerlo girar toda en torno a si estamos un peldaño abajo o arriba de Haití. Ninguno se atreve a ofrecer un dato mínimo que desmienta el problema de bulto: que Guatemala mantiene a la mayoría de sus habitantes en la pobreza, que sólo unos pocos alcanzan el cielo con las manos y peor aún, que carece de políticas públicas, de un plan por sencillo que sea, para mejorar las condiciones de vida de un segmento significativo de sus habitantes.
El gobierno de Alejandro Giammattei no puede mostrar un avance por marginal que sea en incremento de cobertura de educación primaria (sino lo contrario). Si quisiera decir que ahora atiende a más personas en el sistema de salud tendría que remitirse a los informes del jugoso negocio montado por medio del seguro escolar y realmente nadie se lo creería. No hay avance alguno, más bien hay retrocesos, en la lucha contra la desnutrición crónica. Y el régimen pretende dorarnos la píldora con las bolsas de alimentos repartidos por medio de las escuelas y por medio de sus alcaldes amigos.
En el país no se pone en práctica, mucho menos funciona, un esfuerzo real por traer prosperidad a más personas. Todo se invierte en mantener las condiciones monetarias para que las empresas ya establecidas logren sostener sus márgenes. Incluso en ese aspecto el mayor peso lo llevan los migrantes que envían remesas, quienes justamente fueron expulsados del país por la falta de oportunidades. Y el gobierno “se impone” metas trimestrales de remesas para luego ufanarse de la estabilidad macroeconómica.
Del gobierno de Giammattei sí puede decirse que ha puesto en marcha una sensata reducción de tasa de interés orientada a favorecer la adquisición de vivienda popular. Eso es bueno y meritorio. Pero dígame usted si podemos hablar de incremento en el número de kilómetros de carreteras en el país. O si se han conectado a sistemas de agua entubada (no digamos potable) o a una red de drenajes a un porcentaje significativo de la población.
Estamos frente a la improvisación para gobernar y la maña y la pericia para sustraerle fondos al Estado. Pero ni siquiera en esto hay gran creatividad. El día que el Ministerio Público quiera volver a combatir la corrupción, encontrará pocas dificultades para documentar el robo y el enriquecimiento inexplicable de los funcionarios y sus amigos en estos tiempos.
Por eso, piense bien en por quién va a votar. ¿Votará otra vez usted por quienes le juran que Guatemala es cuando menos mejor que Haití? ¿O preferirá inclinarse por alguien que le persuada de un plan para reducir pobreza y no sólo ensanchar la riqueza de los mismos? Esa es la diferencia.
Imagen de Sam Lepannen, Flickr/Creative Commons