De entrada, ¡estamos jodidos todos ustedes!, porque la constitución política habla de “prisión provisional”, pero el código procesal penal la sustituye por “prisión preventiva”. Así que está última es aconstitucional o inconstitucional -dejemos el debate para los juristas-, y la primera no existe a pesar de estar en la constitución ¡’Mal “principiamos”!.
En cualquier caso, si le aplican una u otra, se irá al bote -esté o no en los supuestos que la ley marca para aplicarla- y pasará a integrar el aproximadamente 40% de encarcelados que hay en el país en esa situación que están en torno a las 9,000 personas, según los “indicadores de la justicia criminal” o del 47.2% y 11.015 (para año 2023) si toma los datos del “World Prision Brief”
Cuando un país cuenta con cualquiera de esos porcentajes de presos provisionales/preventivos, debe de aceptar que tiene un serio problema de aplicación de la ley por parte de los jueces, pero también un espíritu carcelario. No es nada nuevo, sino un fenómeno que ha ido creciendo con el tiempo, sin que las altas autoridades del organismo judicial hayan llamado la atención a los “jueces carceleros” por el evidente abuso de poder que cometen a hacer de una medida excepcional una práctica natural.
Cada año, 1,000 nuevos presos sin condena forman parte de las estadísticas, lo que representa tres (3) cada día, lo que no es poco. Algunos, como en épocas recién pasadas, eran ingresados después de una exposición pública en la que se le presentaba, vilipendiaba y juzgada al mismo tiempo, quedando en prisión a la espera de un juicio que ya “tenía veredicto”. Luego, se ha podido ver que muchos de ellos quedaban libres, pero con la carga sobre sus hombros de haber estado encerrados cuando nunca debió de ocurrir aquello.
Según otras referencias, entre 2016-2023, más de 12,000 personas han estado en prisión preventiva entre 4 y 5 años, y más de setecientas entre 10 y 13 años, habiendo otras cifras superiores y en medio que igualmente muestran la alegría con la que dicha medida ha sido aplicada.
Sin embargo, no ha sido un debate nacional hasta hace poco, y tampoco lo es filósofa y conceptualmente, sino aplicado a ciertas personas. Que si tal o cual personaje no debería estar en prisión o que hay un abuso contra él/ella de la prisión preventiva, lo que es muy cierto, aunque se ignoran esos números expuestos, y sobre todo cómo ciertas ONGs y personajes integrantes de grupos de presión, reclamaban constantemente la puesta tras las rejas de militares señalados de ciertos delitos, aunque siguen sin ser juzgado ni condenados. Una suerte de doble moral en la que “los míos” no deben estar en prisión, porque eso ofende la dignidad, pero “los otros” me importan un soberano bledo, o incluso abogo para que sean encerrados. El coronel Chiroy puede representar el emblema de esa lucha ideológica insidiosa por aplicar una pena -real o inexistente- aunque no existan los motivos que la normativa demanda, y no es el único.
Cuando se lucha por personas en lugar de por principios, se corre el riesgo de parcializarse y no debatir el tema con la profundidad ni la seriedad que la libertad de cualquier ser humano merece. Si no se acepta que el estado natural de la persona es el de libertad, y que la cárcel únicamente debe de aplicarse, además de a los condenados, a aquellos que representen peligro de fuga, puedan cometer otro delito o interfieran en el curso de la justicia, no estaremos defendiendo principios, sino intereses, y eso es lo peor que se puede hacer para generar una norma, pero sobre todo para el adecuado y pacífico desarrollo social.
Los presos no generan votos al político, por lo que una sociedad vengativa, con unos jueces carceleros y un organismo judicial sustraído del problema, además de la coyuntura de los distintos momentos político-judiciales vividos, hace que el ambiente sea de falta de interés por abordar la problemática.
Hay, sin embargo, una excelente oportunidad para debatir seriamente la situación de la prisión provisional/preventiva, arreglar la terminología de una vez por todas y vigilar que el espíritu carcelero sea encerrado de por vida.