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Quien espera, desespera
Seguimos con mentes dependientes de un salvador patrio con nombre de país, comisión contra la impunidad, comunidad internacional, ONG o cualquier otra cosa que no seamos nosotros mismos.
Publicado el 26 Ene 2024

Con toda razón, y tantito derecho, el Presidente Arévalo invitó -no citó- a la Fiscal General a una reunión, algo plausible, lógico y normal, en un Estado de Derecho, pero le pidió un “informe detallado” sobre una serie de aspectos delicados, alguno de los cuales puede revelar la situación de procesos de investigación en marcha. Creo -no soy el único- que sus asesores no fueron lo finos que deberían, y exponen a una interpretación extensiva que les complique el convite. Algo similar ocurrió con el ministro del interior, Marlaska, en España, cuando pidió a la Guardia Civil, información sobre ciertas investigaciones y el oficial al mando se la negó. Lo cesó, y posteriormente la justicia dio la razón al uniformado, para vergüenza del político y aprendizaje de lo que es el equilibrio de poder en un Estado.

Y ocurrió lo que la lógica político-jurídica predestinó, aunque muchos no querían escucharlo y mucho menos aceptarlo: la Fiscal General no se presentó. Sobre la forma cómo el Presidente la invitó no hay mucho que decir, pero el fondo tenía mucha enjundia y ahí estuvo la discrepancia.

Estamos atorados con el tema de la remoción de la Fiscal General por aquella modificación que hiciera el Congreso con presión de CICIG, del norte -denunciado por el exdiputado Taracena– y por el poder en la sombra del momento ¡Aló, recuerdan! La frágil mente nacional olvida lo que no le gusta y se centra en la poquita miel del momento, quizá de ahí esa frase tan nacional de “alegrón de burro”, porque todo parece durar un instante, y luego desaparece o se vuelve contra quienes lo promovieron.

Para proteger a la entonces todopoderosa Fiscal General, se retorció la ley, y cerraron los ojos, quienes ahora rasgan sus vestiduras, cual fariseos bíblicos, mientras se congratulaban de “fastidiar” al Presidente que no podría cesar a “su” fiscal. Pues bien, ahora es lo que ocurre, pero ya no se ven tan felices los aquellos. Cambio el Presidente y la Fiscal, y se dio vuelta la tortilla.

Giramos en un círculo peligroso en el que se juega una confrontación político-judicial, pero no vale la visceralidad, el ejercicio del poder duro ni mucho menos lo que la opinión publicada diga. Se está, guste o no, en un debate jurídico sobre qué capacidades tiene el Presidente para pedir determinada información y/o la Fiscalía General para llevar la charla a una tarde de café con champurradas. Hay otras formas en las que se puede conformar esa necesaria discusión nacional, pero hay que dejar las vísceras en la puerta de entrada.

Gobernar es justamente cumplir la ley, aunque no guste -esta no gusta-, pero es la que nos dimos -o nos dieron- y calladamente aceptamos porque gustó en aquel momento. Las normas tienen que ser generales, para que quienquiera que llegue no pueda actuar arbitrariamente ni quede impune por su actuación. El debate no es de corto plazo -algo que practicamos con gozo- sino de larga data, un horizonte que nos cuesta ver.

No superamos el ubiquismo como forma de gobierno autoritario en el que el “jefe” soluciona los problemas de los paisanos en la medida que se le acercan, lo alaban, manosean y solicitan de su benevolencia para acceder a los derechos que les corresponden. Seguimos con mentes dependientes de un salvador patrio con nombre de país, comisión contra la impunidad, comunidad internacional, ONG o cualquier otra cosa que no seamos nosotros mismos, porque no nos atrevemos, tenemos miedo o faltan bemoles para asumir las responsabilidades que supone ser parte de una ciudadanía con derechos, pero sobre todo con muchas obligaciones.

Somos pedigüeños, timoratos y con poca fe. Elegimos con los pies, pero exigimos a los malos que elegimos que hagan las cosas bien, y cuando fallan en nuestro tutelaje, gritamos ofendidos, a los cuatro vientos, que alguien nos salven de este kínder político del que no salimos ¡Así por más de 200 años!

www.miradorprensa@gmail.com

Pedro Trujillo
Pedro Trujillo

Socio fundador de ConCriterio, S.A., empresa de generación de contenidos periodísticos. Profesor universitario y conductor de radio y TV

Sobre Pedro Trujillo

Socio fundador de ConCriterio, S.A., empresa de generación de contenidos periodísticos. Profesor universitario y conductor de radio y TV