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Se ha levantado una alerta en el Colegio de Médicos y Cirujanos de Guatemala (Colmedegua). Las autoridades tienen indicios de una ola de suicidios a nivel nacional, que alcanza media docena de profesionales entre 2023 y 2024, aunque no hay registros exactos. Las esquelas en los grupos de este gremio llegaron con más frecuencia, se trata de residentes y especialistas entre 30 y 40 años, del área pública y privada.  Los casos están bajo investigación del Ministerio Público (MP). Los doctores asocian estas muertes a la presión de la profesión y hay un punto que sale a luz y que según los profesionales no es nuevo, pero es vox populi entre los médicos: aseguran que hay abusos de alcohol y drogas, incluso en horas de servicios.

Hedi Adrade, ginecóloga y obstetra del Hospital General San Juan de Dios:

Vivimos en un ambiente que puede llegar a ser traumático. Los médicos toman un montón y hay muchos que están optando por drogas; si eres anestesiólogo y tienen medicamentos adictivos y eso puede provocar la muerte.  Los que han fallecido son quienes más tienen alcance acceso a estos productos controlados. Son como un alcohólico en un bar.

La revista Redacción Medica publicó el ranking de suicidios en médicos en EE. UU y los anestesiólogos ocupan el primer nivel, dos de las médicas fallecidas eran de esta especialidad, pero también se cuenta un urgenciólogo y una cirujana. En 2022 conmocionó la noticia de una médica que perdió la vida en los baños del hospital Roosevelt, también era anestesióloga.

ConCriterio consultó sobre estas muertes con el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), y respondieron que tres de los casos están bajo análisis. Maritza España, presidenta del Colegio de Médicos y Cirujanos de Guatemala, dijo que se habla de suicidios, pero no cuentan con informes oficiales; y atribuyó: “Es un conjunto de presión, como que no es bien manejado el estrés, y otro punto tener acceso a medicamentos controlados”.

Mónica Galindo, jefa de servicio de Pediatría, del Hospital San Juan de Dios, hace referencia a que hay indicios de uso de Ketamina, un sedante utilizado en procedimientos quirúrgicos menores, pero con potencial alucinógeno.

Muchas veces los decesos han sucedido porque quizá están acostumbrados a usar un tipo de droga y le suman otra y ahí es donde pierden el control. Pero yo no puedo decir que es por aliviar el estrés. Las personas brincan de una droga a otra y hay mucho consumo, aunque no se si es generacional.

No obstante, ella misma experimentó en su paso por los hospitales lo demandante de la profesión y reprocha “desde 2012 son el mismo personal que se queda de turno”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), Guatemala es uno de los países con menos médicos: hay 0.9 médicos por 1000 habitantes. El Colegio de Médicos reporta 20 mil activos.

La doctora Andrade, refiere: “cuando estamos estudiando somos la mano de obra, la que saca el trabajo. Tenemos horarios rotativos, pero la cantidad es excesiva, en un turno veía 70 pacientes y eso conlleva a que en alguna oportunidad uno va a cometer algún error. “Emocional y físicamente sí te puedes poner de rodillas, porque es muy fuerte la carga”.

Aunque los horarios entre lo público y privado, se asemejan, la carga de trabajo y los salarios sí hace diferencia:

Un especialista -anestesiólogo, cirujano, obstetra- de 8 horas Q13 mil, mientras que en lo privado solo por uno o dos  procedimientos de 4 horas en un día pueden pagar ese sueldo.

La presidenta del Colegio de Médicos, dice que es necesario que el sistema público abra más plazas y nivele salarios. Mientras tanto desde Colmedegua buscan:

colaboración de psiquiatría y anestesiología, ellos también están buscando programas de apoyo para atender esta situación porque son gente joven y productiva con una subespecialidad.

Las muertes se han registrado en la capital, Chiquimula, Alta Verapaz, especialistas con servicio en lo privado y público.  Aracely Téllez, coordinadora del Programa de Salud Mental del Ministerio de Salud, dijo que no tienen datos de estos casos, aseguró que esta semana iniciarán un diagnóstico para terminar la incidencia.