Hoy la opción de vivienda de tipo social solo está fuera de la ciudad. Aunque parecen casas más baratas, tienen un costo en tiempo y dinero.
“Todo eso genera más costo que progreso, pero por las necesidad la gente lo tiene que hacer. Yo conozco personas que sus hijos estudian acá, ellos trabajan acá –en la ciudad- salen a las 4 de la mañana, regresan a las 10 de la noche, casi solo duermen tres horas por el tráfico”
Fernely Consuegra, de 51 años, es testigo de cómo amigos y conocidos han debido emigrar kilómetros fuera de la metrópoli en busca de una vivienda propia y digna.
Él vive en la colonia Primero de Julio, fundada en 1966. Sus familiares fueron de los primeros beneficiados con los primeros proyectos de vivienda social que se erigieron en Guatemala.
Don Fernely recuerda con nostalgia:
“Eran algo que solucionaba los problemas habitacionales, el problema ahora es que no hay financiamiento; segundo, los sueldos están muy bajos; y tercero, los proyectos nuevos están muy lejanos y es muy difícil encontrar un espacio con comodidades. En aquellas épocas eran Q18 quetzales los que se pagaba mensualmente y supimos que hace como 7 años que desapareció el BANVI. No habían terminado de pagar su casa que costaba en total Q2 mil600.
Hoy en la primero de julio apenas quedan rastros de aquellas edificaciones. La mayor parte de las viviendas han sido modificadas, aunque algunas quedaron en el abandono dijo el entrevistado.
Las casas fueron construidas durante el gobierno de Julio César Montenegro, según el vecino el nombre corresponde a la fecha de inauguración y al primer nombre de ese presidente.
El proyecto de 5 mil casas fue ejecutado por el Instituto Nacional de la Vivienda, los últimos inmuebles fueron entregados en 1969.