¿Y entonces…..?
El Presidente ya no forma parte del “club”, porque además de ser el “representante de todos”, no puede ser reelegido, y por lo tanto su vida política tiene fecha de caducidad.
Publicado el 17 May 2024

La célebre expresión chapina de “¿Y entonces…?”, es plenamente aplicable a la actual situación política. Superada aquella barrera mediática de los cien días, estamos en plena recta de salida, aunque las curvas no dejan de aparecer. El gobierno no ha podido centrarse en la ejecución de su programa político, y las demandas sociales no se harán esperar mucho más tiempo.

Casi toda organización, especialmente las más grandes, debe contar con departamentos de gestión del presente, pero también del futuro. Los primeros se limitan a lidiar con la coyuntura, mientras los segundos, más ágiles, proactivos y predictivos, deben de mirar hacia adelante. La experiencia parece demostrar que el “día a día” es lo que devora la acción ejecutiva y dificulta avanzar, o incluso paraliza a la organización.

El gobierno ha interpuesto amparos, denuncias y actuado contra situaciones encontradas (pasado) o actuado contra el MP (presente). Sin embargo, nada se sabe del futuro inmediato que nos espera como país. Ha potenciado más la lucha del “ahora” que el horizonte estratégico del “mañana”, y es imposible saber a estas alturas que podemos esperar en las distintas áreas ministeriales, más allá de investigar, evidenciar o denunciar, lo que está bien, pero es insuficiente.

Los sindicatos principales, salud y educación -aunque no son los únicos-, están pendiente de con quien negociar y particularmente qué beneficio obtener, porque -y en esto hay que ser objetivos- este gobierno no está dispuesto a que sigan depredando recursos procedentes de nuestros impuestos. No obstante, y paralelamente, el monto extraordinario solicitado por la actual administración supera los Q14 millardos y además del receso en el que ha entrado el Congreso, no parece fácil que pueda conseguirlo, especialmente en el momento político en que se disputa el poder y no hay logros que presentar.

Poco se habla, y es fundamental hacerlo, sobre el movimiento interno en SEMILLA que ha terminado por crear diferentes grupos de presión y de interés en el partido. El Presidente ya no forma parte del “club”, porque además de ser el “representante de todos” no puede ser reelegido, y, por lo tanto, su vida política tiene fecha de caducidad. En el partido hay, al menos, tres corrientes: los moderados, los inquietos y los parásitos -quienes desearían convertirlo en vehículo electoral-, amén de intereses diversos y visiones que van desde la social democracia al socialismo cristiano; también otros que no saben muy bien donde militan. En fin, un espectro amplio de visión político-partidista que complica los acuerdos y la toma de decisiones.

Hay que agregar, además, que la mayoría de los ministros y altos cargos nombrados han sido consultores y no gestores, lo que dificulta la capacidad de acción y evidencia, una vez más, que el país está sobre diagnosticado, pero carente de dirección efectiva, y con pocas esperanzas de que eso ocurra. La corruptela -tanto la light como la dura- forma parte todavía de la acción pública y se han visto destituciones de personajes que nunca debieron estar ahí, al igual que la permanencia de otros que tampoco tuvieron que haber sido nombrados porque el nepotismo los señala.

Necesitamos conformar una sociedad políticamente más educada, cumplidora de leyes y normas y con una estructura legal en la que no haya manera de saltarse a la torera los nombramientos ni los procesos de conformación de las instituciones. Una ley de servicio civil, normas claras y previamente publicadas para seleccionar jueces y magistrados, y transparencia en la ejecución del gasto público, temas de los que los políticos huyen porque no quieren atarse las manos, sino más bien contar con amplio margen de discrecionalidad que los encumbra en el poder o permite engrosar sus cuentas particulares. Una sociedad de pillos -civiles y políticos- que tiene que renovarse para poder avanzar y dejar un mejor país a nuestros hijos.

¿Y entonces que…?, era la cuestión inicial. Y se queda como en el dicho chapín que no termina de responderla y deja ese espacio abierto, incierto y pendiente de que alguien explique lo que ocurrirá, cosa que habitualmente no sucede.

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Pedro Trujillo
Pedro Trujillo

Socio fundador de ConCriterio, S.A., empresa de generación de contenidos periodísticos. Profesor universitario y conductor de radio y TV

Sobre Pedro Trujillo

Socio fundador de ConCriterio, S.A., empresa de generación de contenidos periodísticos. Profesor universitario y conductor de radio y TV