Siete meses han transcurrido desde la desaparición del cantante José Zoel Cruz, un joven de 20 años, cuya carrera iba en ascenso cuando empezó a compartir escenario con cantantes del género grupero de México. Sin una captura de los responsables materiales e intelectuales, las investigaciones recientes llevan a allanamientos en Zacapa para confirmar o descartar una teoría sobre su paradero.
La noche del 12 de noviembre es fatal para Juliana de León: fue la última vez que se mensajeó con su hijo en WhatsApp, momentos antes de él subiera al escenario para amenizar un evento en un restaurante de Zacapa, una región marcada por la influencia de narcotraficantes que usan la zona como paso de droga hacia México y Estados Unidos.
Zoel iba con dos amigos. Uno de ellos conseguía los contratos. A eso de la 1 de la madrugada del 13 de noviembre, cinco sujetos armados ingresaron y se lo llevaron junto a uno de sus acompañantes, quien más adelante escapó, según la versión que dio a las autoridades y quien no ha querido hablar con la mamá de la víctima.
«Me contaron que cuando él terminó de cantar, se bajó del escenario y fue cuando ocurrió el hecho. Él estaba sentado con el acompañante cuando lo llegaron a sacar del cuello frente a los asistentes».
La madre del muchacho no solo vive con la angustia de no saber de su hijo, sino que tiene temor de salir y permitir que sus otros hijos lo hagan. Las llamadas que aún recibe de personas que le aseguran que van a liberar a su hijo a cambio de dinero la atormentan, pero las autoridades le recomendaron ignorar esas comunicaciones: son extorsionistas, le dijeron. La señora, de 45 años, tiene tres agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) asignados para protegerla las 24 horas. Eso no minimiza el temor.
«Uno se pregunta por qué mi hijo. Yo sé la clase de persona que es, no andaba en problemas. El temor lo tengo desde el 12 de noviembre, que fue el día fatal para mí, temo que a mis hijos también les pase algo».
La investigación de las autoridades apunta a que Zoel tuvo una relación amorosa con una joven del área y suponen que fue secuestrado por el conviviente de esta, involucrado en narcotráfico.
Los rumores de los zacapanecos llevaron a una línea de investigación que relaciona el crimen con una persona que posee animales salvajes en su casa. Un agente de la División Especial en Investigaciones Criminales (DEIC) de la PNC afirma que han allanado viviendas para encontrar tigres o lagartos que se supone usaron para matar al joven cantante.
«Se va depurando la información que ingresa y eso es lo que está, que lo pudieron haber lanzado a tigres o lagartos. Salen algunas situaciones a la luz y ponen en investigación a la persona que sindican. Ya se hicieron allanamientos, pero con resultados negativos. Son hipótesis que a la larga van a corroborar los compañeros, pero dicen que así fue».
El investigador refiere que las pesquisas no salen de Zacapa e indagan dónde puede estar enterrado.
El costo de un tigre o león varia. En México la compra legal de un cachorro tiene un costo de 150 mil o 175 mil pesos, que equivalen a unos Q50 mil o Q60 mil. En otros países pueden venderse hasta en US$200 mil según la especie.
La tenencia de animales salvajes es una alarma sobre la cual ha alertado el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP). La dependencia registra entre 15 y 20 leones resguardados en zoológicos y con personas particulares. El subregistro, apuntan las autoridades, está en Izabal y Huehuetenango en casas de narcotraficantes, dice Francisco Asturias, director de Fundaeco Petén, con 33 años como ambientalista.
Claúdia Hernández, directora de la Fundación Sobrevivientes, dice que las desapariciones en Guatemala son constantes pero inadvertidas. El caso de los payasos que desaparecieron en Amatitlán la semana pasada es un caso de relevancia reciente. Los investigadores del DEIC cuentan que sospechan de un crimen cometido entre entre pandillas.
Hernández dice que a la Fundación Sobrevivientes llegan personas con familiares hombres desaparecidos desde hace seis meses o incluso un año. Los hechos ocurren en carreteras, en el trayecto de un pueblo a otro, tampoco encuentran los vehículos en los que viajaban, como si la “tierra se los hubiera tragado”.
«No han aparecido y es que son carreteras peligrosas donde a la orilla hay ríos y mucha vegetación. Es la ruta de entre San Marcos y la costa donde han ocurrido. En estos casos la mayoría son hombres que van por tema de trabajo».
Cada año quedan al menos 1 mil 200 alertas activadas sobre adolescentes desaparecidos, aunque se toma en cuenta que muchos son localizados por sus familiares y no acuden al juez para desactivar la búsqueda, sin olvidar que también hay casos reales de secuestro, añade Hernández. La directiva acota que para niños, adolescentes y mujeres desaparecidas existen las alertas Alba Keneth e Isabel Claudina, pero no hay una para hombres adultos y normalmente las autoridades policiales argumentan que “andan de parranda” o que andan con la “otra familia” para no agilizar la búsqueda.