Es difícil decir qué candidato con opción de triunfo va a quedar de pie para aparecer en las boletas electorales. Thelma Cabrera y Roberto Arzú navegan contra la corriente del poder hegemónico. Difícilmente se les incluirá. Zury Ríos, Manuel Conde y Sandra Torres son los favoritos de la elite y en general del sistema.Por eso, llegarán muy probablemente al día clave. Quien sabe si un candidato bisagra (puente entre el sistema de política convencional y uno más democrático) como Edmond Mulet, finalmente quedará inscrito. Pero a quien quiera que gane le tocará lidiar con una Legislatura de pronóstico bastante previsible.
Los dirigentes de los partidos políticos han hecho bien sus cálculos y promueven para las diputaciones más seguras, las que más seguramente alcanzarán, a cuadros de temible historial.
Arranquemos por la probable llegada de Manuel Baldizón y uno de sus hijos al Pleno. Incluso, si al padre le impiden inscribirse, llegará un grupo liderado por él al Congreso. Manuel, antiguo presidente de la comisión Legislativa de Finanzas, señalado de cobros en la contratación de Odebrecht y en el Transurbano, amén de cien negocios más con fondos públicos cuando poseía una bancada de grandes dimensiones, entiende bien de qué va la cosa.
Piense en cuadros como Carlos López hijo y Carlos López padre, ambos antiguos miembros de la UNE como diputados de Quiché promovidos ahora uno por el partido de Zury Ríos y el otro por el de Edmond Mulet. Ambos se han visto envueltos en casos de corrupción y plazas fantasma, además de nepotismo, en el pasado.
Agregue además al ex presidente Jimmy Morales y a su hijo. En el gobierno de Morales se reinstauró la corrupción a gran escala en obra pública. Y su entonces ministro de Comunicaciones extrajo dinero de contratos de carreteras para financiar al presidente Giammatei, además de acumular al menos una caleta de Q122 millones.
Jafeth Cabrera Cortez, hijo del entonces vicepresidente Cabrera, Jafeth, tiene buenas probabilidades también de ganar una curul gracias a Zury Ríos. Él fue señalado por el narcotraficante Marlon Monroy, El Fantasma, de cobrar US$500 mil como contribución de campaña. Él también inspiraba desconfianza por sus intenciones de echar mano a hangares del aeropuerto La Aurora entre otras cosas.
Sume además a cuadros como los actuales diputados del partido de Alejandro Giammatei que han protagonizado una Legislatura de gran dispendio y aprovechamiento de dinero público en obras viales y en proyectos municipales.
Piense en la casi segura permanencia de Felipe Alejos ahí.
La próxima Legislatura previsiblemente no dará puntada sin hilo. Y al gobernante le tocará afrontarlo. Sea con entusiasmo, o con pesar. Jorge Serrano Elías ya en 1993 se vio orillado a dar el autogolpe y disolver el Congreso en tiempos en que los diputados cobraban poquita cosa en comparación con las tarifas de estos tiempos.
Quien gobierne, aún con buenas intenciones, encontrará limitaciones para gestionar el poder debido a esa integración del Congreso.
Tendrá pocas posibilidades de modernizar, darle calidad técnica y profesionalizar al Estado. Por ejemplo, los diputados tradicionales exigen control sobre las direcciones distritales de salud y educación como parte de sus botines electorales. Y la verdad es que la mayoría de aspirantes a la Presidencia se mueven bien en esa pista de baile.
En cambio hay más posibilidades de que se profundice lo que vemos hoy, un popurrí de intereses de negocio desde el Congreso.
El pronóstico no puede ser nada bueno.