Empezamos el 2023 con los peores augurios. Y lo terminamos hoy con esperanza. Es como si, al ver la forma en que se desarrollaba la trama, con un final trágico inevitable, el autor (Deus ex machina) decidió meter sus manos en el escenario y transformar el guion de manera abrupta.

Nadie, ni el más impenitente optimista, podía creer que amaneceríamos el 26 de junio oprimiendo el botón de refresh en la página de resultados electorales del Tribunal Supremo para confirmar una y otra vez que Bernardo Arévalo contra todo vaticinio pasaba a la segunda vuelta. Mucho menos querían creerlo los Miguel Martínez, los Angel Pineda y Rafael Curruchiche, los Méndez Ruiz y los Chicho Maegly y Tommy Dougherty confiados en que sus truncias les llevarían a buen puerto.

No fue así.

Aun expulsando a tres candidatos presidenciales que les hacían sentir incómodos o en riesgo, o quizá exactamente por eso, el electorado les salió respondón.

Los demás lloramos incrédulos, nos reímos de ver el pasmo de quienes le apostaban a la eternidad del régimen de impunidad para la corrupción y disfrutamos por primera vez desde que Jimmy Morales nombró a Consuelo Porras al frente del Ministerio Público en la posibilidad del fin del reino de los corruptos.

El 2023 será recordado como el año en que resurgió la esperanza

El año en que contra todo mal pálpito una minoría sensata de votantes decidió apostarle a la opción que más le persuadía en lugar de entregarle a su voto al menos malo de los malévolos. Y el año también en que decenas de miles de ciudadanos, encabezados por las autoridades indígenas, salieron a cortar el paso en calles y carreteras, a cantar el himno en las plazas, a pasar el día y la noche frente al edificio de Gerona y a compartir un pan con frijoles y una botellita de agua con quien se ocupaba de oponerse al Golpe.

De verdad es para sentirse orgulloso. Y confiado sobre todo. Podemos alcanzar objetivos cuando actuamos en conjunto. En medio de la oscuridad somos capaces de hacer surgir una luz.

El 2023 es el año en que Guatemala, a partir de la acción de los guatemaltecos y no de otra cosa, recuperó para sí la oportunidad que se daba por perdida e hizo soñar con la posibilidad de recuperarla a muchas personas más en nuestra región y en el mundo. Nicaragua y El Salvador encontrarán su ruta. Venezuela y Cuba también.

En el peor de los momentos, cuando Virginia Laparra y Jose Rubén Zamora guardan prisión por el sistema organizado de venganza, cuando los que le han robado al pueblo se relamen de la posibilidad de recuperar su botín y decenas de antiguos operadores de justicia solo logran levantar la voz en contra de ellos por medio de las redes sociales, se abre una oportunidad para el cambio.

El 2023 pasará a la historia como el año en que recuperamos el sueño

Un sueño compartido, incluyente y no lo contrario. Quienes se encargaron de dejar fuera candidatos, usaron fondos públicos y del narco y no declarados para tener ventaja en las elecciones, quienes gozaron del respaldo inequívoco y exclusivo del monopolio de la TV terminaron derrotados.

Los derrotaron los guatemaltecos. Y con esa derrota se abre la posibilidad de convertir al sistema en uno que le sirva a la mayoría para mejorar su vida. Recuperar la fe en el país de los jóvenes que solo ven futuro lejos de Guatemala.

El camino por delante está lleno de dificultades, la mitad de las cuales nos las imponemos nosotros mismos. Pero ahí está la oportunidad para todos.

Bienvenido 2024. Las angustias, las tristezas, los temores abrigados en el 2023 te saludan.