La guerra interna de la vieja Semilla
Ahí, y no afuera, se encuentra la batalla crucial de Bernardo Arévalo y Samuel Pérez.
Publicado el 31 Oct 2025

El mayor desafío que Bernardo Arévalo afronta para terminar con un éxito relativo su periodo de gobierno no se encuentra en la sustitución exitosa de Consuelo Porras. Ni en la posibilidad remota de lograr integrar una nueva Corte de Constitucionalidad pro democracia, a diferencia de la actual. Su mayor reto tampoco se encuentra en conseguir que se integre el futuro Tribunal Supremo Electoral con un nivel mínimo de apego a la norma democrática. Un Tribunal que no juegue con excluir candidatos en un vano afán por diseñar resultados.

El mayor reto para el Presidente se encuentra en lograr que su partido político, el viejo Movimiento Semilla, enfrente sin fracturas y con espíritu de equipo los últimos dos años de gestión en procura de aprovechar la oportunidad irrepetible de hacer gobierno contra toda la adversidad e iniciar la construcción de un sistema auténticamente democrático de gobierno en el país. No este esquema que favorece sobre todo a los diputados que medran de los contratos y las plazas de empleo, a los proveedores del Estado y a quienes se prestan al lavado de dinero a gran escala.

Pero si se mantiene la disputa entre Bernardo Arévalo y Samuel Pérez que por ahora parece llevar al gobierno a favorecer una junta directiva en el Congreso integrada por aliados de ocasión, para intentar conducir por interpósita mano el año clave del periodo, la derrota es mucho más probable.

Porque el 2026 es el año en que se definen los aspectos más importantes del futuro inmediato de la democracia. Un riesgo mayor para el gobierno y para los inspiradores del Movimiento Semilla radica en que mediante argucias legales se frene el proceso de selección del nuevo Fiscal, se mantenga el dominio de los anti democráticos sobre la Corte de Constitucionalidad y se ejerza control total sobre el Tribunal Supremo para determinar quién puede competir y quién no en una futura elección general.

Si Bernardo Arévalo no reúne todas las fuerzas dispuestas a dar la batalla, y las conduce apropiadamente, su gobierno no habrá sido sino un efímero alivio de la corrupción a gran escala. Y en enero de 2028 se reinstalará un gobierno tipo Alejandro Giammattei, desde el cual haya incentivos para socavar aún más la fe en el sistema de justicia y prolongar la inutilidad del Estado y sus instituciones para atender las necesidades reales de la población.

Las estructuras de la corrupción en todos los ministerios seguirán allí intactas. Y sólo será cosa de aceitarlas para ponerlas a marchar. Arévalo y Samuel Pérez deben alcanzar un acuerdo que los reunifique en el objetivo final. Perfectamente pueden coincidir en la lucha por la democracia aunque cada uno defina un rumbo político distinto para fundar otro partido (Raíces) o para luchar hasta el último aliento por recuperar al partido Semilla. Se necesitan que ambos desistan de usar el Presupuesto 2026 para ganar votos en el Congreso que no les garantizan ningún objetivo concreto.

Lo que antes era solo un riesgo ahora ya es una realidad palpable debido a un error de bulto en la conducción legislativa : el acceso de las fuerzas políticas a miles de millones de quetzales de fondos extraordinarios de los Consejos de Desarrollo le dará financiamiento a las fuerzas más oscuras de la vida política. A Alan Rodríguez, a Felipe Alejos, a Sandra Torres y a Manuel Conde. Lo opuesto de lo que se proponía lograr el Movimiento Semilla.

Arévalo y Pérez necesitan conciliar.

Juan Luis Font
Juan Luis Font

33 años de hacer periodismo, reportear, conducir, fundar y dirigir medios.

Sobre <a href="https://concriterio.gt/author/jlfont/" target="_self">Juan Luis Font</a>

Sobre Juan Luis Font

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