El estudio de opinión de la consultora CID-Gallup reflejó que si las elecciones fueran hoy Zury Ríos, de VALOR y Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanzas (UNE), disputarían la presidencia de Guatemala para 2025-2029.
Son los perfiles más reconocidos por los guatemaltecos entre dos docenas de aspirantes. Margarita Castillo integró en 2019 el Mirador Electoral, como parte del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (INCEP) en un grupo de organizaciones que fiscalizaron ese proceso electoral.
Castillo reflexiona que, por mucho, los resultados electorales en el país son consecuencia del analfabetismo político, aunque las personas tengan educación media y superior, no están informados:
Se construye ciudadanía si yo conozco mi historia, si comprendo lo que ha sucedido; entonces voy a elegir a candidatos que me ofrezcan una alternativa. Hay poca formación ciudadana desde los sistemas de educación formal; la ciudadanía no se alcanza con solo cumplir los 18, sino al alcanzar herramientas para procesar información. Eso tiene que ver cómo la persona elige a las autoridades.
Los indicadores del Padrón Electoral revelan que 82% de los votantes inscritos tienen cierto grado de educación, pero 18% son analfabetas, en total hay aptos para votar 9 millones y Liliana Hernández, excandidata a la presidencia por Winaq, en 2019.
Poco se ha evaluado el impacto en reducir el analfabetismo. Eso provoca que muchas personas acudan a personas de influencia en la comunidad en busca de orientación para ejercer el voto. Es un espacio para que sea manipulado y es por eso que los partidos buscan el voto en comunidades remotas en donde hay altos niveles de pobreza y analfabetismo, en donde incluso se puede comprar el voto y donde hay intermediación con líderes que han sido comprados.
Raúl Muñoz presidió la Junta Electoral de Xela durante el evento electoral 2019 y una de sus observaciones fue la ignorancia del votante ya sea por idioma, analfabetismo o desconocimiento del proceso.
Cuando los datos del analfabetismo en los votantes se disgregan, en mujeres hay 23%; mientras en los hombres, 13%. La excandidata agrega un elemento más que los políticos utilizan a su favor para persuadir a este segmento de electores: el aspecto cultural.
La palabra en las comunidades es muy importante y hay personas que dicen “yo ya me comprometí con tal persona” y también el factor del agradecimiento y es un valor para ellos y hay compromiso de responder. Puede ser que en algunas poblaciones hay mayor conciencia y se puede recibir cualquier regalo, pero no comprometer el voto; sin embargo, persiste en muchas comunidades. Pero también hay mayor control de los partidos políticos de asegurarse que las personas sí cumplan.
Castillo analiza los perfiles que, de acuerdo con la encuesta de CID-Gallup, disputarían la presidencia si hoy fuesen las votaciones y concluye que la tendencia está marcada por el desconocimiento:
La lógica de los últimos años es “el menos peor”. Pero no hay capacidad de entender que las dos son lo peor, pero si se trata de ser estricto en comparación de lo peor, se lleva el primer lugar Zury Ríos. Castillo alerta la cercanía de Ríos con cuadros vinculados a violaciones de derechos humanos y, en cuanto a Torres, recrimina su “papel oscuro” durante el gobierno de Álvaro Colom. No obstante, señala: si ella –Torres– llegará a la segunda vuelta con Zury Ríos, muy probablemente va a castigarla y votará por Ríos.
El Padrón Electoral presenta otro dato: las mujeres constituyen el 53% de los votantes.