Este viernes Marcelo Adrover terminará el segundo básico en la escuela virtual. El chico tiene 14 años y es uno de los 220 estudiantes guatemaltecos que, antes de la pandemia del Covid19, viajaba a diario de Flores, Petén, a su aula en la escuela Monte Carmelo en Benque Viejo, Belice.
“Me levantaba a las 5 de la mañana, me alistaba y el bus pasaba por mí a las 6 de la mañana. Llegábamos a Melchor a las 7:30 o 7:45, de ahí pasábamos caminando la frontera y ya íbamos a la escuela.”
En Melchor de Mencos, explicó Adrover, los 31 compañeros que viajaban en el bus que los padres de familia pagaban en grupo, descendían para cruzar la frontera: mostraban su carné de estudiante en la ventanilla de migración e ingresaban a Belice.
El 3 de junio del 2021, el Diario de Centroamérica publicó un acuerdo entre Guatemala y Belice para facilitar el paso de los connacionales que estudian en el país vecino. El departamento de Comunicación Social del ministerio de Relaciones Exteriores explicó a ConCriterio que dicha publicación no es más que un formalismo, pues el trato fue suscrito y ratificado en 2014 y entró en vigencia en junio del 2016. Aunque el fenómeno es aún más antiguo y trasciende generaciones.
Carmen Luna, una auditora de 38 años de Flores, Petén, estudió en Belice. Hoy sus dos hijos, un pequeño de 11 y otra de 7 años, lo hacen también:
“Me dí cuenta que la calidad de vida, la atención, la educación me sirvió mucho para mí desarrollo académico y profesional. Decidí que podría ser una buena oportunidad para mis hijos preparados desde temprana edad para la educación bilingüe. Yo sentí que muchas de las oportunidades que he tenido en mi vida vinieron de la buena preparación y desarrollo académico que recibí allí.”
Luna dice que gracias al inglés optó a un trabajo más competitivo: fue asistente administrativa en la oenegé Nature Conservancy, gerente en el Banco G&T Continental y gerente de la multinacional Chick Boss.
La encargada de Educación de la municipalidad de Flores, Paola Marroquín, explicó que en el municipio hay 95 centros educativos oficiales, 19 de los cuales cubren el nivel medio; sin embargo, padres como Luna no se sienten atraídos a ellos porque no enseñan inglés y Petén es un lugar donde la industria turística hace de dicho idioma indispensable.
Además del inglés, las escuelas ofrecen otros cursos, Adrover cuenta:
“Nuestro colegio tiene química y biología… dos tipos de lenguaje, español, sociales, ciencias, matemáticas y religión porque es católico. Podemos elegir dos cursos y nos dan dos opciones. Ahorita estoy llevando uno de electricidad residencial y otro es arte.”
El chico pone en práctica sus estudios: en casa cambia los tomacorrientes y los switches para apagar o encender la luz. Daira Girón, de 39 años y mamá de Adrover, cuenta que aunque el instituto Monte Carmelo es privado, recibe fondos públicos: los extranjeros pagan un bono anual de Q2 mil y una mensualidad que varía entre los Q100 y Q200, según el grado de estudio.
Giulia Cardani, consultora en Empresarios por la Educación, nombra otros beneficios de la educación beliceña: la preparación y evaluación de los maestros:
“En Belice los docentes tienen que obtener una licencia para poder ejercer. Otra diferencia es que tienen que pasar un período de prueba, no solo hay una parte de conocimientos técnicos, sino que también tienen que poner a prueba dicho conocimiento en la clase.”
Además, añade Cardani, Belice ofrece educación vocacional de calidad, un pase directo al mundo laboral.
Según el Instituto Guatemalteco de Migración, antes de la pandemia eran unos 300 estudiantes guatemaltecos quienes cruzaban a diario a Belice para estudiar.
ConCriterio contactó al ministerio de Educación para conocer planes y proyectos de desarrollo en concreto en Petén, pero al cierre de esta nota no hubo respuesta.