En Guatemala, de norte a sur o de este a oeste, casi en cualquier región, se pueden hallar a los “caudillos políticos”, hombres en su mayoría, que acumulan años en el poder y se resisten a dejarlo. O bien, por voluntad u obligados, han debido alejarse de la administración pública, pero su influencia y control persisten intactos a través de familiares o personas cercanas.
Los partidos Unionista, Unidad Nacional de la Esperanza y Podemos, son las organizaciones quienes en esta elección recurren a los cacicazgos para mantener el poder mediante diferentes cargos públicos.
Partido Unionista:
Los herederos del poder son tres hijos, del fallecido alcalde de la capital, Álvaro Arzú Irigoyen, expresidente de la República y electo cinco veces alcalde de la ciudad capital, quien es el ejemplo más claro: 40 años como protagonista en la vida política del país, ahora uno de sus hijos es presidente del Congreso de la República, otro es diputado al Parlamento Centroamericano y uno más busca llegar a la presidencia del país.
Gustavo Medrano, hijo de Arnoldo Medrano, quien gobernó Chinautla durante 26 años. El hijo es ahora diputado y candidato dirigir la municipalidad que durante dos décadas lideró su papá y lo hace también bajo la sombra del Partido de Álvaro Arzú Escobar.
Unidad Nacional de la Esperanza
Haroldo Quej Chen, cacique en Alta Verapaz, 27 años en diferentes cargos públicos, como legislador y en corporaciones municipales al igual que sus dos hermanos.
Partido Podemos
Mario Rivera, caudillo de Quiché, 20 años suma como legislador y a las puertas de una nueva reelección, al partido no le importó que Rivera fue capturado en 2018 acusado de lavado de dinero, su proceso sigue abierto aunque logró una medida sustitutiva de libertad domiciliar.
Gustavo Herrarte, antropólogo, señala que el acaparamiento de poder por estos personajes daña la democracia:
Para que una democracia sea viva, funcional y responda a las necesidades sociales, necesita la existencia de organizaciones sociales fuera del núcleo familiar. 1340. A la larga, si esto continúa vamos a tener una tendencia mucho mayor de la que tenemos ahora en fascismo, en la que se va a rechazar mayor participación y el peligro es que a futuro tengamos una sociedad controlada por núcleos patrimoniales y muy seguro que serán grupos autoritarios.
Los caudillos políticos mencionados, todos han atravesados por distintas investigaciones por sospechas de irregularidades en su gestión. El antropólogo señala que estas prorrogadas formas de gobierno también incentivan la corrupción:
Lo que sucede es que este tipo de sociedades que se fundamentan en el símbolo de la familia tienden a ser menos democráticas y con mayor tendencia a corrupción y lo que sucede es que la familia es el eje central de muchas cosas positivas, pero de muchas negativas a nivel de sociedad y específicamente de la organización sociopolítica que tenemos.
Los exdiputados Baudilio Hichos, Jaime Martínez Loayza, Arístides Crespo son solo tres de los caciques que han sido obligados a dejar públicamente el poder, por señalamientos de corrupción. A pesar de ello, Herrarte señala que hay resistencia para apartar su influencia dentro de las comunidades:
Si una familia se ha mantenido por mucho tiempo en el poder socioeconómico y político, la probabilidad de que sus generaciones continúen en la generación es bastante alta, y no existe nada legal que los fuerce a salir de ese núcleo y además; tenemos conductas sociales que incentivan que se continúe con esa práctica.
Edna Soto de Kestler, postulada por el partido TODOS, es esposa del Roberto Kestler diputado vinculado a un caso de corrupción en el sistema de salud. Ella llegó al cargo luego de que su esposo fue capturado. Otro caso de cacicazgo es el de Arnoldo Vargas, en Zacapa quien tiene influencia en la región, Vargas fue postulado por un comité cívico.