Con la construcción de plantas de tratamiento y la elaboración de abono para los agricultores locales, 26 municipalidades tratan de cuidar el medio ambiente por cuenta propia, por medio de acuerdos para prohibir el uso de plástico y la clasificación de desechos.
A 174.7 kilómetros de la capital hay un pequeño pueblo donde las bolsas plásticas, las pajillas y el duroport son parte de la historia desde hace cinco años. Las personas van al mercado con sus propios sacos para llevar la carne, las frutas o verduras. Es San Pedro La Laguna en Sololá, con una población de 10 mil habitantes, es el primer municipio donde ya no existen estos materiales y la clasificación de desechos orgánicos es aprovechada para la elaboración de abono y fortalecer la siembra local. Eso dice un estudio realizado este año por el Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de la San Carlos de Guatemala (IPNUSAC).
El alcalde de esa comunidad Edwin Mauricio Méndez Puac, dice que en un principio hubo resistencia de la población para no utilizar duroport, pero con el tiempo se ha tomado más conciencia en el cuidado del lago.
«Durante la pandemia se bajó un poco la guardia y los platos desechables se usaron para evitar la contaminación, ahora lo estamos retomando. En San Pedro se paga Q1 por extracción de cada costal de basura ya clasificada con desechos orgánicos e inorgánicos, aunque es un desgaste porque se pagan empleados, camiones, llantas y combustible y se trabaja bajo la sombra municipal, no se dejará de hacer».
San Pedro cuenta con su propia planta de tratamiento y los mecanismos para fabricar abono orgánico con los desechos que salen de las viviendas. Este año, ante la escasez de fertilizante, se tiene un plan para que los agricultores reciban este producto de forma gratuita, dice Méndez Puac, con el fin de mitigar el impacto económico del mercado internacional.
«Tenemos un inconveniente normado a través del ministerio de Ambiente que nuevamente nos endosan el trabajo, nos hablan de comercialización, pero no hay mercado amplio para comercializar ampliamente los desechos. Los costos están por debajo del manejo de los desechos sólidos y nos toca cubrir el 80 por ciento del gasto».
En septiembre de 2016, la municipalidad de San Pedro la Laguna fue la primera en prohibir el uso, la venta y la distribución de bolsas plásticas y duroport, posteriormente entre ese año y el 15 de marzo de 2022, 26 municipalidades de 340, se comprometieron a adoptar las mismas medidas mediante acuerdos municipales, pero sólo 13 tienen cierto grado de avance, el resto trata de retomar las medidas.
San Antonio Aguas Calientes, Sacatepéquez, es otro municipio que según el IPNUSAC, le sigue los pasos a San Pedro la Laguna. El alcalde Elwin Hernández Zamora, refiere que el desuso de duroport y plásticos alcanza un 60% pues aún hay vecinos que los utilizan en reuniones familiares. No obstante, asegura que tienen un 98% en la clasificación de desechos orgánicos e inorgánicos.
«Estamos produciendo abono orgánico, tenemos un programa para donarlo a los agricultores del municipio y se vende a otros agricultores que llegan de fuera».
Los desechos como aluminio, lata, bronce, cartón y envases se apartan y se trasladan a un depósito donde se venden. El edil asegura que este año se estipula la compra de una trituradora, un horno y moldes para convertir los plásticos en “tablas” que servirán para la construcción de viviendas.
Los cambios de concejos municipales, la pandemia y la derogación de la prohibición nacional de plásticos y duroport en agosto de 2021 después de que fue aprobada en 2019, han sido las causas por las cuales el uso de plásticos y duroport no tenga mayor resultado en otras localidades dice Magaly Arrecis, investigadora del IPNUSAC. aunque asegura, la conciencia para clasificar los desechos empieza a evidenciarse.
“Es extraño que no quieran abandonar los plásticos pero en más de 14 municipalidades están haciendo la clasificación de desechos. San Antonio Aguas Calientes y San Pedro ya tienen un tren de aseo donde un día llegan por los productos orgánicos y otro por los inorgánicos y el resto es llevado al vertedero de la zona 3 o el de Villa Nueva”.
Según la experta el duroport y los plásticos generan contaminación microbiológica y se ha encontrado en los lagos de Amatitlán, Atitlán, Petén Itzá y hasta en sal comercial que se consume en el país.