Quiché y Huehuetenango apenas alcanzan entre el 15 y 22 por ciento en cobertura de vacunación contra el Covid19, según datos del Ministerio de Salud. Hay resistencia en áreas rurales donde la población alberga ideas o creencias que les alejan de las vacunas.
Humberto Tut, de 60 años, alcalde indígena de San Juan Chactela, Ixcán, Quiché, un municipio a 333.5 kilómetros de la capital con 101 mil 658 habitantes en su mayoría quichés, no se ha vacunado y tampoco recomienda hacerlo.
“La gente no quiere recibir vacunas porque dicen que cuando se van a vacunar se intoxican. La gente y los mayores de edad mueren, de por sí tenemos miedo porque no sabemos si es cierto”.
Tut reconoce que ha visto llegar al personal de Salud para informarles sobre la vacuna, aunque eso no evita el temor y por eso su esposa de 63 años tampoco se vacunará. 2.37
“No porque nadie quiere morir. Yo no les puedo decir nada porque no sabemos nada. Si algo pasa, no quiero cargar con esa responsabilidad”.
Rubidia Ramírez, de 40 años, enfermera y coordinadora del Distrito de Salud en ese municipio, indicó que desde el 8 de marzo apenas han vacunado 3 mil personas en primera dosis y mil en segunda dosis en 24 comunidades donde viven unos 20 mil 108 habitantes, aptos para vacunarse.
“Todavía dicen que se les va a meter un chip, que es la marca de la bestia, que las mujeres se van a esterilizar y que los que se vacunen se van a morir en dos años”.
Todos los días Ramírez y seis enfermeros más atraviesan un río en cayuco o en garrucha y, en estos días la lluvia se les complica aún más el camino para llegar a las aldeas y vacunar de casa en casa. No importa el tiempo que tome para convencer a las familias de vacunarse, el objetivo es no desperdiciar las 11 o 14 dosis que lleva cada frasco del inmunizador.
“Regresamos a las once y media de la noche porque el problema es que el frasco viene con multidosis. A veces ya tarde nos atrevemos a abrir uno, entonces no podemos perder ninguna dosis y regresamos de las comunidades hasta que terminemos”.
En Ixcán hay 101 mil 658 habitantes en 173 comunidades de las cuales 49 mil personas están aptas para vacunarse, aunque solo 15 mil han recibido la primera dosis y 4 mil la segunda, dice Ciriaco Ajtún, supervisor del Plan de Vacunación en el Ixcán. Este salubrista cuenta que debieron trabajar con los líderes evangélicos y católicos: 3.55
“Al principio sí había bastante influencia de ellos, más que todo de líderes indígenas de unas comunidades donde no le podíamos entrar ni al derecho ni al revés con la vacunación. Al final los líderes accedieron a que cada quien tomara su decisión si se querían vacunar o no”.
La resistencia no solo se ve en el área rural. Walter un evangélico de 49 años como quiso identificarse y residente de la capital, dice que “no hay garantías al vacunarse”.
“Conozco gente que se ha puesto la vacuna, personas que no tenían dolor de cabeza, frío, diarrea y resultaron con todo eso. Soy cristiano: me curo con la sangre de Cristo”.
César Vásquez, expresidente de la Alianza Evangélica de Guatemala y Líder de la Iglesia Evangélica Centroamericana, dice que no hay pastor que ejerza mala influencia, sino insuficientes puestos de vacunación”.
Miguel Osvaldo Enrique Sofoifa es supervisor de la Iglesia de Dios Evangelio Completo de Huehuetenango, quien dice que el problema es que tanto pastores, especialmente indígenas, como miembros de la congregación no creen en la enfermedad.
“En comunidades rurales se dejan influenciar por los mensajes negativos de las redes o de algunos predicadores que escuchan en algunos medios que les dicen que no está correcto.
Este pastor refiere que algunos pastores a pesar de las muertes de sus familiares por Covid19, aún no creen que existe el coronavirus.