Emilio Durán tenía 29 años cuando le diagnosticaron diabetes tipo 2. Hoy tiene 59 y desde su diagnóstico, mucho ha cambiado en su vida: “La diabetes es una enfermedad que lo cambia a uno de pies a cabeza. Yo antes trabajaba como piloto de transporte pesado, pero por esta enfermedad fui perdiendo la vista y el dolor en mis piernas me impedía manejar”.
La Organización Mundial de la Salud define la diabetes como “una enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de glucosa en la sangre”. Se presenta cuando el cuerpo no produce suficiente insulina o suele volverse resistente a esta.
Para tratar su enfermedad, Durán gasta Q3 mil 500 mensuales aunque está afiliado al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), ese dinero representa la cuarta parte de su salario: debe adquirir su insulina, jeringas, pastillas para regular el azúcar y medicina para el dolor, ya que padece neuropatía diabética.
Para los pacientes de diabetes, la enfermedad no se reduce a tomar el medicamento, también les exige llevar una vida saludable y actividad física. Lo que Durán gasta en medicamentos, Javier Vázquez, de 42 años, lo gasta en canasta básica. A Vásquez también lo diagnosticaron con diabetes tipo 1 a los 35 años. “En mi caso el diagnóstico fue a tiempo, en mi familia hay una línea de personas que han padecido diabetes, pero no lo descubrimos hasta mi diagnóstico. El enfoque de la prevención es invertir en el hoy, para estar sano mañana y que no me salga tan caro”.
En 2023 el Ministerio de Salud y Asistencia Social (MSPAS) reporta 159,775 casos de diabetes en territorio nacional. Esta cifra representa a 920 personas por cada 100,000 habitantes con esta enfermedad crónica. El riesgo de padecer esta enfermedad aumenta a partir de los 40 años.
De 2020 a 2023 los casos de diabetes han aumentado un 18 por ciento. Otto de León, endocrinólogo opina que esto se debe a un estilo de vida sedentario: “Las enfermedades metabólicas, como diabetes, hipertensión y otras son producto una mala dieta, poco ejercicio y claramente la historia familiar. No podemos ir en contra de nuestra herencia, es un factor de riesgo no modificable, no puedo cambiar que mi abuelo o mi papá tuvieran diabetes, pero si puedo cambiar mis hábitos y eso hace la diferencia”