Es como todos: detrás de un nombre, una historia. Aunque la de Érick Contreras, un chico de barrio, se tuerce a la mitad: el instituto y el baile son los últimos rastros antes de su carrera como asesino.
“Es el primer líder que decide hablar en contra de su misma mara”.
Édgar Morales, Fiscal contra el Delito de Extorsión, se refiere a Érick Humberto Contreras, apodado “El Abuelo”, uno de los fundadores de la pandilla Barrio 18, quien decidió testificar en el caso “Rueda del Barrio” ante el Tribunal C de Mayor Riesgo.
Morales explica qué es “La Rueda”: “una subestructura del Barrio 18 donde se encuentran agrupados los máximos líderes de cada una de las clicas que la integran”.
Con 38 años, “El Abuelo”, es uno de los fundadores del Barrio 18 y aunque según un informe de InSight Crime, organización especializada publicaciones sobre crimen organizado en América Latina, el grupo no sigue un estilo militar en su organización, La Rueda es una especie de gobierno que fue liderado por Contreras hasta 2011.
La historia de la pandilla camina en paralelo a la de “El Abuelo”: creció en la colonia Quintanal de la zona 6 capitalina y asistió al Instituto Enrique Gómez Carrillo en los ’90, según recuerda un antiguo compañero suyo.
En el centro educativo no cuentan con registro suyo porque, según una maestra que ha trabajado durante 42 años en la institución, estos se destruyen. “Cada poco se queman los papeles porque algunos profesores consideran que no hay suficiente espacio”, explica la profesora, quien prefiere omitir su nombre y voz. Una actitud común entre quienes han conocido en algún momento de su vida a “El Abuelo”.
La maestra no recuerda detalles destacados de Contreras. Ella cuenta que fue “un alumno más” del instituto con nombre del célebre cronista, ubicado a solo dos kilómetros y medio del estadio Cementos Progreso. Ni la literatura ni los deportes atrajeron al joven, en cambio el breakdance lo atrajo como un imán al metal.
King Master Techno se llamaba su grupo de baile y estaba formado por jóvenes de la misma zona: hijos de clase obrera y trabajadora. Cuando el financiamiento para indumentaria y equipo de sonido se convirtió en un obstáculo, tres guatemaltecos retornados de Estados Unidos los indujeron a cometer delitos para sostenerse: robos menores y trapicheo de marihuana fueron sus inicios.
Barrio 18 nació con una réplica de las formas de la 18th Street Gang de Los Ángeles en California.
“Matar a los ratas, que son los que se salen de las pandillas. Matarlos a ellos o a sus familias. Esos eran los objetivos: extorsionar, matar a todo el que no pagara la extorsión”.
Hasta eso llegó la banda liderada por Contreras, quien de acuerdo con reportes periodísticos se ganó el mote de “El Abuelo” por su afán de dar órdenes.
Con 20 años, en el 2000, fue condenado a pasar 40 años en prisión condenado por asesinato. Una serie de motines entre ese año y el 2002, durante las gestiones de Guillermo Ruiz y Byron Barrientos como ministros de Gobernación, llevaron a que los miembros del Barrio 18 solicitaran un penal solo para ellos. La nueva locación fue la Comisaría 32 en Escuintla. Allí nació La Rueda.
Hoy 23 integrantes de ese grupo son juzgados por el Tribunal C de Mayor Riesgo, acusados de 133 asesinatos, y otros 46 en grado de tentativa. “El Abuelo” llegó como testigo clave de esos hechos. “Ellos nos lo trajeron para que pudiéramos escuchar cómo es que inició la pandilla”, dijo la jueza Eva Marina Recinos, quien preside dicho tribunal.
Contreras lideró la pandilla hasta 2011, cuando Aldo Ochoa, alias “El Lobo”, lo desplazó. El 2 de noviembre de 2012, “El Abuelo” decidió hablar. Se presentó en el Juzgado Segundo del Ramo Penal como anticipo de pruebas en el caso denominado “La Rueda del Barrio”.
“Según la Ley Contra la Violencia Organizada, a las personas que han sido cabecillas o líderes de estructuras criminales no puede dárseles beneficio alguno”, el fiscal Morales explica por qué Contreras no puede obtener privilegios a cambio de su colaboración.
“El Abuelo” testificó y no lo hará más. Su ubicación es reservada por seguridad. Y su futuro, borroso como su pasado. Aunque se identifica con el alias, incluso en el juzgado, hubo una época en que se llamó solamente Érick Contreras, mucho antes de marcar su rostro con la frase “Fuck the world” en tinta.