El acoso escolar en Guatemala es impunidad: nadie le pone alto  
"Cuando hay un lugar donde hay bullying y no se hace nada, estamos enseñando impunidad. Yo, como víctima, estoy aprendiendo que me pueden robar y no me sirve de nada quejarme –hasta me puede ir peor; el agresor aprende a que no tiene ninguna consecuencia y los demás se quedan callados porque no se quieren volver víctimas. Entonces estamos enseñando impunidad".
Publicado el 14 Ago 2024

El acoso escolar en Guatemala es impunidad: nadie le pone alto  

"Cuando hay un lugar donde hay bullying y no se hace nada, estamos enseñando impunidad. Yo, como víctima, estoy aprendiendo que me pueden robar y no me sirve de nada quejarme –hasta me puede ir peor; el agresor aprende a que no tiene ninguna consecuencia y los demás se quedan callados porque no se quieren volver víctimas. Entonces estamos enseñando impunidad".

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En 2022, el Congreso de la República aprobó una Ley contra el Acoso Escolar para declarar el 2 de mayo como día nacional contra este fenómeno, pero cada año el bullying se hace presente en las aulas. ¿Qué es el bullying?, Andrés Gálvez-Sobral, director del Centro de Investigaciones Educativas de la Universidad del Valle: Una agresión que la percibe la víctima como sistemática, dentro de su centro educativo y que viene de un semejante. Y eso tiene consecuencias: 36% de las víctimas tiene depresión, 35% estrés postraumático. 

La organización internacional Bullying Sin Fronteras reporta que cada año hay 200 mil homicidios o inducciones al suicidio por el acoso escolar y ubica a Guatemala en la posición 29 de 30 países con más casos, según sus reportes 21 mil 500 incidentes anuales.

El país no posee estadísticas oficiales y entidades como la Procuraduría de los Derechos Humanos guardan silencio cuando se consulta sobre el tema. 

Laura V. sufre con su hijo desde hace un año. El chico, de 15 años, cursa el 3o. básico en un establecimiento privado ubicado en Carretera a El Salvador. El caso nuestro fue por un tema de racismo –a veces son expresiones que tenemos y que son peyorativas– y otra fue por tema de preferencia sexual. Ninguna de las dos se sostiene porque viene de compañero en iguales condiciones en cuestiones de razas y lo segundo no es verdad –y si lo fuera, no es un motivo.

El hostigamiento llegó a tal punto de aplicarle “la ley del hielo” en el aula: Los establecimientos eligen lavarse las manos, se desentienden del acoso digital porque no ocurren en un lugar específico, pero son compañeros que van contigo al colegio y se molestan en Instagram, por Whatsapp, pero como ocurre fuera del colegio, por eso se desentienden.

 

Gálvez-Sobral señala que la variante digital hace más complejo el fenómeno. Como ocurrió recientemente con 8 alumnas del Colegio Continental Americano, cuando sus compañeros de clases utilizaron sus rostros y crearon con inteligencia artificial imágenes para adultos. Cuando usamos la tecnología estamos modulando el impacto que esto puede tener, porque se sale del aula y esto se puede volver masivo.  Lo que sucede es que se hace más difícil de detectar y penalizar porque se puede hacer desde el anonimato.  

Verónica Galicia, Jueza de Niñez y Adolescencia, señala que estos casos son “frecuentes y propios de los centros educativos y que no llegan a los juzgados porque el Ministerio Público (MP) los desjudicializa con medidas alternativas como conciliaciones o con referir a los involucrados a terapias”.

Gálvez-Sobral, enfatiza: cuando hay un lugar donde hay bullying y no se hace nada, estamos enseñando impunidad.  Porque puedo ir a clases y siempre hay un grupo que me roba la comida; yo me puedo quejar, pero el colegio no puede hacer mucho o no hace nada. Yo, como víctima, estoy aprendiendo que me pueden robar y no me sirve de nada quejarme –hasta me puede ir peor; el agresor aprende a que no tiene ninguna consecuencia y los demás se quedan callados porque no se quieren volver víctimas. Entonces estamos enseñando impunidad.

Hay alumnos que salen huyendo de los colegios porque no encuentran respuesta. Gálvez-Sobral hace referencia a la Ley de Protección Integral a la Niñez y Adolescencia (PINA):  Prácticamente impide que se expulse a los niños (de los establecimientos). Entonces hay agresores que sus papás pelean legalmente y siguen en los establecimientos. Al final, el castigado es la víctima pues los papás prefieren sacarlos. Tiene su lógica proteger a los estudiantes, pero quizá se ha tergiversado.

Un estudio de 2011 del Ministerio de Educación (MINEDUC), elaborado por Gálvez-Sobral, donde participaron 18 mil 780 estudiantes de 933 centro oficiales concluyó que 34% de los estudiantes se reportaron como víctimas de acoso escolar, la incidencia de víctimas es mayor en niños que en niñas. Por el caso del Colegio Continental Americano, la PGN presentó las denuncias ante el MP. El ente investigador no atiende entrevistas y el colegio cerró sus redes sociales.

Henry Bin

Periodista

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