Zury Ríos es la abanderada de los grandes grupos de capital en el país. Ella es la apuesta más sólida del sistema para su preservación y ensanchamiento. Y sus promotores parecen ir a lo seguro. Según una medición reciente de CID Gallup, se trata de la figura política más popular en Guatemala, con una favorabilidad del 35 por ciento del universo.

El cuadro a continuación expone la penetración de nombre e imagen de distintas personalidades de cada país. Esto para el mes de mayo.

Los datos corresponden a nuestra última encuesta de Opinión Pública realizado en el mes de mayo. #CIDGallup #Opinion #Latinoamérica pic.twitter.com/xrN5c7tZJC

— CID Gallup (@cidgallup) July 26, 2022

Sandra Torres, que cuenta con un anti voto gigantesco, es hoy la segunda opción más favorecida por el electorado. Preferida por conocida. Y representa igualmente al sistema. No es alguien que lo adverse ni lo cuestione. De hecho, es una gran favorecida de ese sistema.

Detrás de ellas se ubican otros aspirantes como Roberto Arzú, Edmond Mulet, Carlos Pineda, Neto Bran, Tony Malouf y un casi interminable etcétera que aspiran a la Presidencia bajo la promesa de sólo modificar ciertas prácticas o ejercer el poder con tanto más o menos rigor que les permita marcar un cambio, pero siempre dentro del sistema. Todos representan en términos generales la continuidad de la forma de gobierno actual. Y quizá debería llamar la atención que pese a la profusa oferta no parece haber mayor entusiasmo en el electorado.

Hay más de dos millones de jóvenes entre 18 y 24 años que prefieren dejar pasar la ocasión de elegir y eso sólo puede explicarse por la apatía que inspiran los concursantes.

Están dadas todas las condiciones para que, ante la frustración de los electores con las forma en que funcionan las cosas, una promesa de cambiar de raíz el sistema, de romper con el modelo tal y como fue concebido por la Constitución de 1985, prenda fuego. Que se convierta en una causa abrazable, que inspire entusiasmo y esperanza en una población que sueña con una visa para entrar a Estados Unidos como método para -sin el calvario de la ruta de los migrantes ilegales- quedarse a vivir en un país que le ofrezca un futuro apetecible y no solo de sobrevivencia.
Pero esa figura, ese candidato anti sistema, aún no aparece.

Ahí está Thelma Cabrera, potencial nominada del Movimiento para la Liberación de los Pueblos / Codeca, pero su candidatura hasta hoy no parece inspirar el entusiasmo necesario para convertirse en la alternativa frente a todos los demás. Quizá, solo quizá, esto sea porque Codeca antes que ofrecer un futuro prometedor, amedrenta a sus potenciales votantes, con sus métodos de protesta, con sus manifestaciones públicas poco claras.  Una parte significativa de la población, frustrada con la situación actual, le teme más a un salto al vacío. Y se inmoviliza. El antivoto de Codeca muy probablemente se acerca ya al de Sandra Torres. Y no hay el menor esfuerzo dentro de su movimiento para cambiar la percepción de radicalismo e irascibilidad que se les atribuye. Para mostrar que cuentan con cuadros para gobernar. Que son una opción real de poder.

Mucho menos hace Codeca un esfuerzo por sumar seguidores integrándose a otras opciones políticas en una plataforma que pudiera ser más digerible para el grueso de la población.

De modo que aunque haya condiciones para un candidato antisistema, el espacio aún se encuentra desocupado. Y ante ese vacío las mejores opciones las tiene hoy quien representa la continuidad de la cosas en un país donde la mitad de la población está excluida de la economía y la oportunidad del desarrollo.